lunes, 24 de julio de 2023

HA SIDO DIFÍCIL, NUESTRO ASENTAMIENTO CULTURAL

 

Ha sido difícil, lo es y lo seguirá siendo. El asentamiento cultural, fijado en la psique o profundidad de alma, que nuestro establecimiento cultural, atornillado, soldado y templado contra todo razonamiento que pretenda aceptar al ser humano descendiente, según sugieran los colores, faciones y demás señales externas que logren asociarse a la identidad, aun remota, con la condición de desendiente africano-haitiano, seguirá siendo visto, malamente asimilado, como objeto de rechazo. 

Las causas biológicas, históricas, económicas, implican un profundo sentido de lucha o competencia al amparo indiscutido de la evolución social, concomitante con la historia biologicista en la que se origina la mismísima lucha de clases. 

Es comprensible, por tanto, que seamos nosotros, los mismos haitianos-descendientes-africanos, quienes nos rechacemos a nosotros mismos, de forma tan atroz, tan relevantemente expresivos, de forma tal que aun en todos los medios intelectuales, formales o informales, los religiosos, -sin importar sectas u orientaciones filosóficas,  medios de comunicación, niveles de clases, etc., nos ajustamos sin rubor a los modelos de rechazos que nos afligen, niegan o desdicen, de tal forma que nos entendemos y aceptamos como rechazos sociales naturales. 

Ello deriva en esa negación inconsciente, nada culposa, ni siquiera irracional, sino, simplemente, consecuente con nuestros asideros culturales, impuestos, a tal grado que, en general, cualquier corriente intelectual capaz de entender a ciencia cierta los complejos entreveros de la Administración Económica del Estado, tiende a esconder la cabeza, mirar hacia atrás, hacia abajo o hacia arriba, pero, rara vez, dando la cara a lo que bien conoce y reconoce, cuando se trata de tener que confesar, expresar, admitir y mucho menos recomendar, el valor y dependencia radical en la que basa su desarrollo económico el Estado Dominicano: la historica, barata y altamente redituable mano de obra rendida por la masa esclavizada de inmigrantes procedentes de Africa, asentada, intensamente, en la parte oeste de la Isla Española. 

Hecho histórico que hoy, por hoy, sigue siendo intenso, sigue produciendo esos efectos cuyo gran edificio económico lo sigue beneficiando El Estado República Dominicana. Sin embargo, resulta ser que la imposición cultural, nos conmina a rechazarnos, denunciarnos, maldecirnos y negarnos a nosostros mismos, apestados por los olores de nuestra propia sudaración y sangramiento. 

Hemos aprendido a multiplicar las denuncias contra la existencia misma de nuestra idendidad, nuestra maternidad, nuestra hermandad. Nosotros, los descendientes del Faustino Muñoz, Florinda Muñoz, Gregorio Muñoz, la Tía Pedrina, El Tío Pasín, Julio Muñoz... hijos y nietos de nietos rayanos, nos renegamos, y como todo buen criollo "arrayano", saltamos, ufanos, cueando, a decir de una prima cuarta, nos recata la salvedad de que una tatarabuela, fuera hija de una canaria migrante que empató con algún soldado asentado durante las reparticiones de Boyer (emocionante historia que, sin embargo, hoy busco reclamar para garantizar mi visado Schengen como subdito descendiente de la Corona española). 

Durante todo el período que a los convivientes de esta Isla Hispaniola, luego del tratado de Basilea, cuando España acuerda, acepta y entrega, al Imperio Francés, la propiedad conquistada de esta posesión geográfica, legalizada según la ley internacional vigente, fuimos ciudadanos franceses, condición que hoy a ningún loco (del que yo tenga noticia), se le ha ocurrido reclamar, sin embargo, si nos reclamamos a nosotros mismos la condición de súbditos de la Corona Esapañola.  

La verdad dura, monda y lironda es que el día que a algún afrancesado, nacido o no en esta isla se salga con tal reclamo, quiéralo El Señor, que no se reclame ese derecho internacional que termine rebotando como bola de ping pong, sobre los derechos reclamados bajo el reconocimiento de la Independencia reconocida y transada por unos millones sobre la legalidad de la República de D´Haití.

Resulta una brutal tontería, una estulticia, si bien fruto del escaso entendemiento que en materia de formación económica, con respecto a la Administración Laboral de Los Estados, la dificil comprensión de la razón por la cual los estados capitalistas cuidan, benefician y explotan la maternidad de la multiplicada mano de obra que a corto plazo se convertirán en un diente más del piñón de la rueda productiva, en la que se obliga materialmente en invertir como fuente de riqueza. 

El Capitalismo al que asistimos como sistema de multiplicación o plusvaloración de mano de obra, es hace imprescindible ese poder de conversión, bajo el cual se sustenta el crecimiento capitalista en cualquier parte del mundo, máxime cuando las fuentes de conversión primaria de riquezas descansan precisamente en esa fuerza laboral, ya que no contamos con mvalores como la ventas  de tecnologías avanzadas. Siendo la realidad que aun nos mantenemos en la oferta de mano de obra exportable, sea a través de zonas francas o directamente a traves de braceros viajantes, obreros vecinos para atender el turismo, la agricultura que alimenta a los turistas.

 (Que mejor nos lo cuente y explique el Diputado Dominicano, al Parlamento Centroamericano,  Higinio Báez Ureña,  Maestro Historiador Profesional)

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