miércoles, 26 de julio de 2023

SUBJETIVIDAD DE LOS DEBERES Y OBLIGACIONES


Cuando gozas de una privilegiada formación cargada con un pesado fardo de conocimientos muy bien organizados, sin embargo, no siempre aprovechados estratégicamente como para convertirlos en producción aprovechable, transables como capital social. 

A veces, algunas reacciones emocionales, pueden enmascarar los más relucientes rendimientos, dados algunas salpicaderas como suele ser la externalización de discursos emocionales, capaces de desalentar los mejores logros intelectuales magistralmente dominados a partir de tus experiencias como orientador, formador de talentos y organizador. 

Vocablos como: estúpidos, brutos, incapaces, arrogantes, burros....referir y reclamar deberes, obligaciones, moralidad, decencias y demás valores subjetivos como estos, constituye un gasto innecesario de esfuerzos, que pueden ser compensados a partir de mediciones y observaciones que valen para retroalimentar las conductas deseadas a partir de medidas diseñadas a partir del conocimiento de procesos que conoces y dominas, sin necesidad de recurrir a reclamos, calificativos, denuncias, renuncias, escapes, etc...

Descubrir defectos o conductas no deseadas constituye una de las capcidades instrumentales más valiosas de la inteligencia observacional, sin embargo, el descubrimiento vale como objeto de medición y corrección, su exposición como medida de identificación tiene como ventaja la oportunidad de trabajar en su corrección o enderezamiento. 

Alcanzar a desarrollar cierto rango de liderazgo social, político, comercial, religioso, espiritual, familiar, etc., demanda esfuerzos, dedicación, sacrificios. Cada uno nuestros dirigentes políticos y sociales en general, han sido admitidos a esos respaldos y reconocimientos, porque, de algún modo, muestran alguna capacidad para superar el medio en el que han decidido actuar. 

Liderar un pocilga es una forma de mostrar superioridad de algún cerdo sobre los demás, lo cual muestra que en la escala de su desarrollo natural, ha logrado superar a muchos otros cerdos, convirtiéndose así, en jefe de manada. La naturaleza lo reconoce y premia de alguna manera. 

Denunciarlo no lo hará peor según la meta prevista por la naturaleza en su afán por definir la meta de los cerdos. De modo natural aprendemos a competir por nuestro propio ascenso en las escalas sociales, humanas, Denununciar o negar las competencias de otros no contribuye a nuestros propósitos de alcanzar las alturas divinas que aspiramos como súbditos menores de algún gran espíritu.   

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