Nosotros, los hijos pecadores, condenados y consumidos por los ardientes infiernos
Dilatados en sensuales sudores y enrojadas pasiones, descubiertas a ras de lunas
De estrelladas ilusiones encurtidas en odres de vinos madrugados, a punto de sabor
Ebrios de colores y fantasías, de pensamientos espirituales, de poblaciones futuras
Revividos contra las alianzas de la eras ordinales, nos rebelamos, cuerpo a cuerpo
Salados nuestros humores, hervimos ahogados en la vida alzada sobre la breve noche
Que aun celebra nuestros últimos veranos, convertidos en otoños y sueños de primaveras
Cielos anunciados de oscuridad infinita nos ríen con eternal desdén, juntos acogidos.
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