La guerra es la guerra
La guerra es un signo más del comportamiento material del Universo, su Cosmos, su dinámica material derivada o extendida como organización biológica, como arreglo de sus propiedades generadas a partir, hasta donde alcanzan a suponer mis vanidosas imaginaciones, de algún desconocido incierto al que no me dan acceso ni los mundos de mis ideales sueños más vaporosos, ni los más divinales.
Al parecer, tampoco le habrían dado acceso a los sueños imaginativos de Friedrich Nietzsche, a los de Confucio, Gautama Buda ni los de Karl Marx, Platón, Sócrates, Aristóteles, ni a tantos otros narcisistas autocomplacidos de pensarse tan sabios como el Dios de nosotros, de los griegos, judíos y sumerios. La guerra es ese objeto neurológico que sirve y se rinde ante las necesidades químico-biológicas de los sistemas materiales dinámicos, sin más objeto que el de cumplir sin defectos posibles, con las leyes que, hasta hoy, nos son posibles conocer o imaginar.
El objeto final pensado como ruta a seguir por los actores de la guerra, no puede, hasta donde alcanzamos a pensar, pasar de ajustarse a ciertas satisfacciones complacientes con el curso neurológico de las urgencias reclamadas por los procesos de oxigenación bioquímica de unos circuitos neurodigitales.
Sangre enrojecida por las interpretaciones visuales de una organización molecular que filtra a su modo el orden de las frecuencias de unas ondulaciones o vibraciones atómico-moleculares, chorrea, provoca dolorosas alarmas, escandaliza y finalmente pasará, serán condecorados los héroes, vivos, muertos, anónimos, desaparecidos, finalmente, reproducidos, reclonados, vueltos al futuro sobre los hechos arreglados. El mismo Dios reinará y nosotros seguiremos siendo materia cósmica, Universo y quizás recuerdo.
Ahora, bien, como lucen ante nuestras reflexiones derivadas del los servicios mediáticos a los que nuestros accesos cotidianos, informativos cibernéticos y cognoscitivos pretendidos, los conflictos guerreros más ruidosos que hoy cubren nuestras atenciones.
Parecen compelidos a dirimirse a través de tediosos y alargados debates, desgastes económicos ensangrentados, dolorosas recesiones económicas, reajustes políticos, geográficos y sociales, dramáticos y dolorosos retrasos en los avances sobre la salubridad mundial en general, ralentización en cuanto a los avances científicos. fuertes reajustes en los procesos migratorios y los allanamientos sociales, político-ideológicos, etc..
Luce, remotamente posible doblegar la coalición Euro-Occidental que combate por evitar la recomposición geográfica y social de Ucrania. No se vislumbran soluciones de corto plazo con respecto a los conflictos mayores del Medio Oriente.
La Guerra es La Guerra, una necesidad biológico-social, imprescindible para que se cumplan las urgencias competititivas demandadadas por la biología social, el evolucionismo reclamado por los ajustes neuroanatómicos de los sistemas materiales bioquímicos divinizados en el Universo Humano.
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