martes, 8 de abril de 2025

CAUSA-EFECTO: RELACIÓN MATERIAL OBLIGADA

 

Uno de los pleitos históricos, ancestrales, que han conmovido y han dado vida interminable a los contradichos pro-científicos y filosóficos, entre los que suelen dar las mejor ajustadas peleas, tanto cuando les toca a los trasnochados diletantes de encuentros en cafeterías populares tanto como los escenificados en aulas académicas repletas de estudiantes y profesores de filosofía, física, religiones, etc. resulta ser el que se origina cuando se toca el sensible par "causa-efecto". 

El paradigma científico contemporáneo, vigente, presente y altamente socorrido a través de la práctica científica, sigue debatiendo la propiedad del criterio de indeterminación o incertidumbre propuesto por los estudiosos de la "mecánica cuántica", quienes proponen la imposiblidad matemática de establecer la precisión de algunos efectos relacionados con la ubicación instantánea de un electrón asociado a conducta ondulatoria intrínseca, siempre presente, por tanto, imposible de acotar en un instante puntualmente determinado. Esta condición implica la imposibilidad, aparente cuando menos, de conceder el conocimiento y control fino de la materia. 

Por otro lado, la versión einstiniana referida a la obligación material de todo efecto al que es espasible cualquier expresión de la materia implica una respuesta equivalente, medible, registrable, imposible de ser olvidada o borrada. Pierre Simón de La Place, nunca transigió al momento de responder con seguridad sobre la certeza dialéctica de ese principio que los más encumbrados defensores de la autoridad divina absoluta, refutan con la convicción de que la voluntad liberrima de Dios, es la ultima autoridad que hace ejercer su voluntad sobre la materia, por cuanto, 

Dios esta por encima de los cálculos estadístico-matemáticos, referidos por los sistemas de calculos probabilísticos, como certeza científica. De estas reflexiones se desprende las certezas tautológicas que responderían de forma positiva la cuestión fundamental con respecto al Dios que lo domina, todo, so sabe todo y lo dirige todo a su voluntad, por tanto, todos los hechos del mundo han sido progrado. Así mismo, por el lado de la materia, todos los hechos estarán igualmente programados a partir del principio causa-efecto que decide de forma infalible e irreversible en cada hecho, sin modificación posible de la naturaleza de la materia. Por cuanto desde lo aquí dicho, queda comprometida la evidencia de que todos hechos naturales, por uno u otro curso de rañonamiento, la prescripción de la realidad, es una respuesta de razón determinada.

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