jueves, 10 de abril de 2025

LA GRAN IDEA DE CONTAR CON EL ASPIRACIONAL DE UN DIOS "PERSONAL"


 El cerebro humano, pasa materialmente por configurarse en función de una maternidad y paternidad necesarias a las que obedecen una serie de instrucciones congénitas que pronto en su vida su natural biológico-material inicia ese imprescindible recurso instructivo que lo conduce a adoptar un refugio que físicamente le de protección, seguridad y desarrollo. 

Desde los momentos a partir de los cuales inicia esa configuración que llega inscrita en su codificación genética, el dios protector-conductor biológico, ha iniciado la presencia de su autoridad, entiéndase que ese proceso físico-bioquímico, va adoptando un vínculo de dependencia activa y reactiva que nunca va a ceder, hasta el cierre o colapso de ese circuito dinámico-electro-químico que al parecer agota su fase vital en ese momento. 

Ese dios, ese impulso, esa protección o amparo vital, definida desde esas conexiones activas, paternales, continuas, necesarias, constituyen, Quilvio Vázquez, el sentido de lo paternal-divinal, espiritual, que vuelve imprescindible la fe puesta en nuestras creencias, sin las cuales, el cerebro no percibirá, a través de esas conexiones neuronales, constituidas por arreglos elementales quimico-físicos, servidos de la dinamia energética, sus trasformaciones y las gracias de las estructuras que dan curso a la disipación reversible-irreversible del conjunto cósmico.

 Así es como, innegablemente, imprescindiblemente, el cuerpo neuronal, activamente mantiene esa presencia, ese impulso, esa actitud dirigida a alcanzar nuevas actividades a través de las cuales se empeñan las instancias biológicas, en mantener vivas esas evoluciones  de las que se generan las prcepciones que finalmente inspiran a ponerles un nombre, sencillo al ser pronunciado, breve, abarcador, que tanto te empeñas en entregarle obediencias morales a las que nunca fallas, al cual unos les ponen distintos apodos, describen como fantasmas, les conceden autoridad, capacidades deportivas, científicas, metas biológicas, etc...que los abrahámicos culturalemente solemos  resumir cómodamente, en español, como Dios, y lo escribimos con mayúsculas con la finalidad de reflejar nuestras metas en ese título, que no nombras pero te entregas a su obediencia con tanta fruición social, familiar, impecablemente pío y sensato, incapaz de transgredir regla alguna de las imposturas morales propias de tu formación judeo-cristian-europeizada.

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