Balaguer inició su carrera como lector, según su propia biografía, desde muy temprano. Pronto comenzó a destacar como escritor y periodista, a versificar, y a ser llamado para pronunciar y redactar discursos sociales y políticos que captaban la atención. No se caracterizaba por su beligerancia; por el contrario, siempre buscó ser llevadero y sumiso, hasta que lograba asegurar un desquite contundente. Así, pareció siempre temeroso, aunque en realidad solo era muy comedido.
Bosch, por su parte, respondía con cuidado, pero con sapiencia. Pronto debió alejarse de Trujillo. Ni Balaguer ni Bosch quisieron cultivar la poesía con la devoción de los grandes inspirados; más bien, dedicaron sus talentos a la retórica idiomática. Bosch afiló el cuento político, mientras que Balaguer perfeccionó la oratoria política. Sin embargo, ambos hicieron gala de una habilidad extraordinaria para manipular inteligentemente las características de las pasiones humanas.
Bosch manejó el lado más frágil del ser humano, mientras que Balaguer dominó la rudeza y la entrega dolida, ambas igualmente humanas.
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