Creer en las distintas formas, expresiones y salidas que ofrece la materia vale como versión aceptada en la naturaleza; sin embargo, no podemos comprender, descifrar ni asimilar, con razón segura y con firmeza sin titubeos, la información mínima que nos permita garantizar un entendimiento cierto, determinado y único. Por lo general, los creyentes muy religiosos resuelven sus incertidumbres asumiendo un Dios a quien atribuyen cualquier explicación o malentendido que pueda presentar alguna laguna. Quizás sea este un espacio mítico, místico o cultural capaz de acoger la propiedad de una disyuntiva aquejada de tal guiño: gracioso a veces, nublado otras y, generalmente, desafiante. ¿Quién tendrá una respuesta capaz de complacer al otro?
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