martes, 9 de agosto de 2022

SIN MANO DE OBRA HAITIANA SE SECA LA ECONOMÍA DOMINICANA



Cierto, ciertísimo es que la Economía del Estado Moderno, tiende a integrar la producción generada a partir tanto de los procesos mercantiles con la explotación original de los recursos naturales propios, incluida la explotación de mano de obra transable como plusvalía mercantil, tanto como la capacidad de transformación y revaloración tecnológica de recursos originales o primarios. 

En los niveles de competencia regional en los que se desarrollan naciones-colonias, cuyos potenciales competitivos, frente al mundo de las cabezas de la fisiocracia capitalista, estos territorios convertidos en embarcaderos de materias primas alimentadoras de los centros internacionales de la industrialización y la tecnología de primera línea en los procesos de plusvaloración mercantil, hemos de reconocer, objetivamente, la necesidad de completar las etapas previstas por los procesos sociales claramente afirmados en los estudios que sobre las ciencias sociales alcanzan a predecir realidades probadas y comprobadas con precisión casi cuánticas. 

Las ventajas beneficiadas como mercancía obrera de las que hoy puede galantear la República Dominicana, a partir de la sobreoferta barata de los recursos humanos servidos por la comunidad haitiana como oportunidad de privilegios excepcionales, han servido durante más de un siglo al desarrollo económico, político y social en general a esta parte geográfica, social, económica, igualmente generalizada, fruto de una dinámica histórica que bien conocen todos los dominicanos y el mundo desde Ciudad del Cabo, hasta Alaska. 

Los extremismos impertinentes, chovinistas de la restauración del trujillismo reciclado, muchas veces atesorando perniciosos resentimientos de arcaicas pasiones, aprovechan las debilidades de la pobreza informativa de los propios hijosdescendientes de esa misma obrería explotada bajo el peso histórico de la realidad de los hechos, para desangrarse a sí mismos, como suicidas, enceguecido de tanto afan por sacarse los ojos para no mirarse en los espejos de sus propias realidades. 

Mientras todos los teóricos, científicos, estudiosos, gobernantes, investigadores y conocedores  experimentados de la verdad, concuerdan y cuidan de no atreverse a cometer errores prácticos ni intelectuales serios, la debilidad del racialismo, la xenofobia y el oscurantismo, siguen dando sltos de maco contra el desarrollo económico y social de dos naciones arrsadas y heridas por las navajas su ancestral historia de conjunciones y tragedias, hoy retroalimentadas por el buenismo religioso del fascismo malamente disimulado,

 

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