sábado, 20 de agosto de 2022

VALOR NACIONAL Y SOCIAL DE UNA TRADICIÓN CATÓLICA

 

Las tradiciones hormiguean sin pausar en la mente humana como conjunto de efectos digitales, inteligentes, coherentes y precisos, sustentando así la evolución anatómica y cronologica del cuerpo social de la humanidad. El poder congregador de las religiones cultivadas durante el inmedible tramo del desarrollo cultural extendido como signo de identidad distintiva que signa en la biología del hombre como ser material. Las tradiciones se constituyen así en esa densa memoria de la que depende este proyecto esencial de la Naturaleza. El arte, el conocimiento sistematizado y la memoria constituyen los valores de los que se alimentan las tradiciones que dan sentido firme al hecho vital mismo. En la historia propia de exidtencia social de la República Dominicana, la tradición afirmada sobre los sentimientos espirituales, religiosos y humanos en general, ha escogido como marca nacional de valor religioso, social y espiritual, la simbología de la Virgen de la Altagracia, Madre histórica del judío galileo, Jesús de Nazareth, cuya advocación se acoge en nuestro país, siguiendo una tradicional leyenda, sobre su milagrosidad, que es parte de la tradición religiosa cristiana, incorporada en esta geografía social tras el arribo transformador de la civilización europea conocido como "descubrimiento de América". El elegante, fantástico, relato artístico-literario, afirmado en la tradición mística dominicana católica, ha de merecer nuestro respeto sentimental, más allá de cualquier frontera o umbral de innecesaria verificación, medción o falsación, Las tradiciones constituyen, reitero, el alma de los pueblos, sus razaones así como su refrescante sentido de fe y amor a su historia, sus valores, medios e impulsos más atesorados en sus deseos de sobrevivir, es decir, de su fuerza evolucionista, antropomorfa y hasta divina. Saludo el valor social, artístico y de afirmación nacional, de este relato, brotado de la pluma harto cultivada y refinada de Freddy F. Lara Felipe, a través de cuyo agraciado valor literario, ha de asegurar la memoria de fe de la devota Evangelina Lara (Evita). Saludo el afilado tacto de la prudencia intelectual del autor de Freddy F. Lara Felipe, al cuidar con el debido respeto, la conclusión de su relatada, colorida y finísima entrega, en la que deja a consideración de la agudeza del lector, la exaltación mítica de su entrega.

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