Se agotan en su tristeza los jardines de la primavera
Ahora se anegan en lágrimas resueltas en arroyuelos
Hacen llorar los ríos para entrar al manto de los mares
Apuran igual, insensatas, en reservas mis esperas
Diluida nobleza vaporosa del verano asoma el otoño
Bendecidas por la quietud resta vencida la hojarasca
Entonces meditaremos al amparo de la amable brisa
Sobre soles de tardes que se echaban al anochecer
Despierto para ser madrugadas pensadoras en desvelo
Asistimos al ritual detenido a las puertas del invierno
Su canto de muerte fría zumba en nubosa turbulencia
Queda la nobleza cierta para este breve final incierto
Cobijado bajo la carpa grande de sagrados albedos
Rendidos a las memorias por deseados sacrilegios
Sin culpables ni deudores al alcance de los tiempos
Condensados en la monarquía de su inteligencia
Sinfónica de esquiveces que no ceden indulgencias.
Ahora se anegan en lágrimas resueltas en arroyuelos
Hacen llorar los ríos para entrar al manto de los mares
Apuran igual, insensatas, en reservas mis esperas
Diluida nobleza vaporosa del verano asoma el otoño
Bendecidas por la quietud resta vencida la hojarasca
Entonces meditaremos al amparo de la amable brisa
Sobre soles de tardes que se echaban al anochecer
Despierto para ser madrugadas pensadoras en desvelo
Asistimos al ritual detenido a las puertas del invierno
Su canto de muerte fría zumba en nubosa turbulencia
Queda la nobleza cierta para este breve final incierto
Cobijado bajo la carpa grande de sagrados albedos
Rendidos a las memorias por deseados sacrilegios
Sin culpables ni deudores al alcance de los tiempos
Condensados en la monarquía de su inteligencia
Sinfónica de esquiveces que no ceden indulgencias.
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