Cierto es que desde el amanecer de tu primera sonrisa
Me importa más la tierna luz de tu mirada que el sol de los días
Desde que la paz de tus pestañas dormidas signaron el juramento
De esta vigilia guardiana de cada hilo en las redes de tus horas
Siempre tempranas como la más cándida rosa de tu inocencia
Niña sin años, embridada siempre a la imagen de mi pensar
Endulzado con tu gorjeo de palabras como gotas pegajosas
Melodia cercada por el fuerte entre mi pecho y mis brazos
Que aun se aferran a los nobles colores de tu inteligencia
Olímpica y radiante como gema de relucido cristal divino
Reservado por el Dios de todos los dioses a tu princesado
Desde mi distancia sigo estrechando la guarda de tu niñez
Me niego a renunciar a la mística fragilidad de tus temores
Idos junto a las brisas consumidas en la adultez de los triunfos
Erigidos en torres y saltos libres sobre lo planos del destino.
Me importa más la tierna luz de tu mirada que el sol de los días
Desde que la paz de tus pestañas dormidas signaron el juramento
De esta vigilia guardiana de cada hilo en las redes de tus horas
Siempre tempranas como la más cándida rosa de tu inocencia
Niña sin años, embridada siempre a la imagen de mi pensar
Endulzado con tu gorjeo de palabras como gotas pegajosas
Melodia cercada por el fuerte entre mi pecho y mis brazos
Que aun se aferran a los nobles colores de tu inteligencia
Olímpica y radiante como gema de relucido cristal divino
Reservado por el Dios de todos los dioses a tu princesado
Desde mi distancia sigo estrechando la guarda de tu niñez
Me niego a renunciar a la mística fragilidad de tus temores
Idos junto a las brisas consumidas en la adultez de los triunfos
Erigidos en torres y saltos libres sobre lo planos del destino.
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