miércoles, 14 de junio de 2017

SIN BREA NI BRIDAS

Recuerdo el sol asentado en el púbero sudor de su rostro
Lábil coalescía  el brillo en gotas hacia el arco de Cupido
Deslizada sal presumida en mis densos deseos represados
Por concilios en códigos deletreados contra muro y músculo
Libidinoso animal de la naturaleza convenida en lo divino
Conmovido pecho en tremor escondido tras el crudo olfato
Agraviado en orgánicas avalanchas de  feromonas fértiles
El amor del Dios cristiano retendría los más íntimos instintos
Acosados por los demonios selváticos de la biología terrenal
Eran de yerba fresca y alelíes tempranos sus alientos al hablar
Atemperábanse sumos de hojas maduras entre mis músculos
Ardidos en sangre de celos y saltos de cerrados potros salvajes
Son de la tarde estos versos surgidos al encomio de mis delirios
Florecidos sobre el cultivado jardín de unas fantásticas ilusiones
Regaladas al manto cósmico, burlador material de los sueños
Hilados por viajeros de barcas acantiladas contra las tormentas
Bergantín sin brea ni bridas para repostar los brazos de la marea.






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