martes, 16 de abril de 2019

LA CIENCIA, LO BUENO Y LO MALO

Una de las consejerías clásicas y mejor consabidas por quienes incursionan y suelen asumir sus directrices convencionales, en los arreglos del denominado "Método Científico", este que en la práctica contempla los demás métodos propios  de la sistematización aplicada en la búsqueda de arreglos y fijación formal de hipótesis, teorías y conocimiento verdadero en torno a los procesos materiales, viene a ser el excluir términos que tiendan a dejar dudas sobre cualquier medición racional, cuantificable. Así resulta que los primeros destierros calificados, recaen sobre los tan elásticos signos lexicales: "bueno y malo". El Método Científico se vales de otros poderosos parientes como: "preferible", "conveniente", "consecuente", "compatible", "equivalente", "semejante", "propio", "pariente",...etc.

El Metodo Científico nunca pretende de determinar con absolutez divinologíca, pero si con la mayor cercanía y precisión con respecto a la verdad, medible, calculable y contrastable. frente al absurdo. "Lo bueno", así como "lo malo", son incompatibles frente a esta batería de propiedades, sobre todo, frente a su contrastación irresistible frente su reducción al absurdo.  Así, pues, al abordar los métodos auxiliares del Imperial Método Científico, cuando tratemos de acogernos, sin bondades ni maldades tendenciadas por el amor, las pasiones, los gustos y aprecios sensoriales, es recomendable prescindir de los florilegios cultivados en los paradisíacos jardines donde creció la fruta del bien y del mal. Es preferible, conveniente, sensato, amable y prudente dejárselo al Mismo Dios, Su Creador.

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