Mientras los científicos, convertidos en obreros especializados de altos rendimientos, laboran intensamente tras sus afanes de dominar y transformar los conocimientos sobre el mundo material, así como su aprovechamiento utilitario en favor de precipitar los procesos evolutivos regidos por la biología del ser humano y su entorno natural, los conductores empresariales y comerciales, igualmente, dedican sus esfuerzos a promocionar, distribuir y servir de intermediarios forzosos entre el consumidor de los provechosos avances científicos. En la cúspide de la pirámide social antropogénica, se hallan los profundos pensadores, los filósofos que llegan a sacar el máximo del placer al disfrutar los altos rendimientos de los obreros de las ciencias, los operadores y demás piezas humanas colocadas en la base del desarrollo de la inteligencia productora de bienes materiales, sostenedores idóneos de la generación o reproducción de la especie humana y sus procesos naturales de selección. Los pensadores sobre-escalan, sublimizan su existencia, pasan a convertirse en seres superiores que, en la mayoría de los casos, los de aquellos que se quedan sin ascender al máximo de la escalera piramidal, terminan lastrados por las debilidades y flaquezas propias de la soberbia. Sólo algunos seres excepcionalmente sobrehumanos, alcanzan a encumbrarse tanto como para convertirse en paradigmas ideológicos y materiales de la humanidad misma. Científicos, maestros, obreros, conductores sociales materiales, etc. se quedan en la base de los servicios de soporte de los pensamientos superiores, del perfeccionamiento que nos elevaría hasta la base de la divinidad.
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