El valor puesto en " LA FÉ ", es la garantía virtual que hoy sustenta los poderes económicos retenidos o recostados en las capacidades de respuestas de tres fundamentadas en unas tres poderosas variables dominadas por conjuntos de sociedades regionales y nacionales.
La primera de esas variables la constituye la capacidad de producción industrializada.
La segunda es el dominio del conocimiento para controlar esa capacidad de producción industrializable. La tercera la constituye la capacidad para asegurar, militarmente esas otras capacidades citadas precedentemente.
Quienes cuenten con dichos dominios resumidos en esas tres variables, puede acreditarse el poder para emitir compromisos de intercambios, casi ilimitadamente, en función de ofrecer cualquiera de los valores implicados y sustentados en las propiedades o capacidades de dichas variables, que pueden ser convertidas como fenómenos cuánticos que pueden expresarse tornándose constantemente de ondulaciones fe-hacientes a materiales sonantes, tronantes y constantes.
"LA FÉ" así sustentada, permite la emisión de documentos de cambios, transables, tales como las monedas, físicas, ficticias o simplemente virtuales, simplemente escritas, mediante letras digitales que solo existen en "LA FÉ", concedida y concertada.
Sin embargo, ese tránsito no ha sido transferido totalmente, así, pues todavía quedan restos materiales pasibles de ser aprovechados bajo el poder de las fuerzas de las demandas, en favor de ciertos materiales muy valiosos, precisamente, por las necesidades de conversiones induestriales urgentes, tales como los metales reclamados por propiedades, por el momento imprescindibles de ser aplicados en ciertos procesos de los que han de acompañar la industrialización moderna, capitalista como son los casos destacados de los llamados metales preciosos como son, por ejemplo: el oro, la plata, el platino, el paladio, el rodio, el litio, las llamadas "tierras raras", los metale de las guerras mayores, etc... la Isla Hispaniola, conformada políticamente, por las República Dominicana y República de Haití, para su bien o para su mal, económico y social, apunta a formar parte de intereses geopolíticos mayores, dadas sus confirmadas ricas reservas de metales, especialmente, oro, plata y níquel, que parecen abundar en toda la geografía isleña.
Si a ello se sumara la insistente e histórica sospecha de que tanto en su propio subsuelo, como en sus entornos marítimos legalmente parte de sus propiedades nacionales, se hallan importantes yacimientos de combustibles fósiles, los días por venir, auguran una generación explosiva de bienes y servicios que pudiera convertir esta comunidad dominico-haitiana en un auténtico paraíso económico, más allá de la previsible expansión de la industria turística, que ya hace años viene mostrando una inflorescencia regionalmente muy sobresaliente. Parece que Dios no nos ha escogido como lo peor, como lo último que echó al mundo, como, lamentablemente, está presente en el fatalismo del frustrante pesimismo que infarta y machaca las visiones más ansiosas y desafectas a la historia.
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La primera de esas variables la constituye la capacidad de producción industrializada.
La segunda es el dominio del conocimiento para controlar esa capacidad de producción industrializable. La tercera la constituye la capacidad para asegurar, militarmente esas otras capacidades citadas precedentemente.
Quienes cuenten con dichos dominios resumidos en esas tres variables, puede acreditarse el poder para emitir compromisos de intercambios, casi ilimitadamente, en función de ofrecer cualquiera de los valores implicados y sustentados en las propiedades o capacidades de dichas variables, que pueden ser convertidas como fenómenos cuánticos que pueden expresarse tornándose constantemente de ondulaciones fe-hacientes a materiales sonantes, tronantes y constantes.
"LA FÉ" así sustentada, permite la emisión de documentos de cambios, transables, tales como las monedas, físicas, ficticias o simplemente virtuales, simplemente escritas, mediante letras digitales que solo existen en "LA FÉ", concedida y concertada.
Sin embargo, ese tránsito no ha sido transferido totalmente, así, pues todavía quedan restos materiales pasibles de ser aprovechados bajo el poder de las fuerzas de las demandas, en favor de ciertos materiales muy valiosos, precisamente, por las necesidades de conversiones induestriales urgentes, tales como los metales reclamados por propiedades, por el momento imprescindibles de ser aplicados en ciertos procesos de los que han de acompañar la industrialización moderna, capitalista como son los casos destacados de los llamados metales preciosos como son, por ejemplo: el oro, la plata, el platino, el paladio, el rodio, el litio, las llamadas "tierras raras", los metale de las guerras mayores, etc... la Isla Hispaniola, conformada políticamente, por las República Dominicana y República de Haití, para su bien o para su mal, económico y social, apunta a formar parte de intereses geopolíticos mayores, dadas sus confirmadas ricas reservas de metales, especialmente, oro, plata y níquel, que parecen abundar en toda la geografía isleña.
Si a ello se sumara la insistente e histórica sospecha de que tanto en su propio subsuelo, como en sus entornos marítimos legalmente parte de sus propiedades nacionales, se hallan importantes yacimientos de combustibles fósiles, los días por venir, auguran una generación explosiva de bienes y servicios que pudiera convertir esta comunidad dominico-haitiana en un auténtico paraíso económico, más allá de la previsible expansión de la industria turística, que ya hace años viene mostrando una inflorescencia regionalmente muy sobresaliente. Parece que Dios no nos ha escogido como lo peor, como lo último que echó al mundo, como, lamentablemente, está presente en el fatalismo del frustrante pesimismo que infarta y machaca las visiones más ansiosas y desafectas a la historia.
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