Cualquier incidencia material capaz de merecer una entrada en la observación del fenómeno biólógico en en el que se especializa la forma de organización o formación de la existencia en la que nos componemos como seres existentes, sigue, deviene, delicuece en esa ocupación que en la inteligencia del arreglo biológicista humano, se da por concebirse como competencia, reto, desafío o adaptación natural.
Sin importar los extremos mínimos o máximos concebidos, toda expresión sobre la existencia racional, buscaría ser "parte" de esa existencia. Así diluída la imaginación infinita de la materia, la competitividad, los desafíos el reto por la existencia ha de ser pura realidad.
Así concebida la historia evolutiva, nos allegamos, paso a paso al perfeccionamiento fundado en la competición natural.
La inteligencia racionalista se extiende así a la materia animada, partiendo, sin embargo, desde el mismo origen de la existencia de la materia inanimada, pensada la materia animada como simple caso, uno más de las versiones posibles, pensables, como casos de la naturaleza cosmológica, los infinitos casos de expresiones concebibles detrás de la volátil inteligencia humana.
De la biología que se extiende como expresión, -dada por ontológica realidad-, de la materia, alcanzaremos para inducir al reconocimiento de ese afán por el perfeccionamiento que conduciría al extremo ideal de la sublimización divina.
El extremo divinizado de la existencia, sería la meta obligada de todo proceso material, imaginado al efecto del perfeccionamiento divinal..La salud espiritual del pensamiento, de la inteligencia humana, conlleva al sentido de la idealización, la divinización, la perfección del sentido material de la existencia.
El proceso evoluionista, conduce, por tanto, a la divinización. De esta logicidad concebida bien puediérmos expresar, reconocer que la idealización histórica, judeo-cristiana, puede sobrevivir a cualquier proceso material inteligente, cuando menos, como proceso evolutivo, materialista sustentador de la experiencia biológicista, es decir, positivamente la idealización divina es materialmente sustentable, lógicamente factible..
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