miércoles, 5 de diciembre de 2012

HOY LOS SUEÑOS



Caminos de otros tiempos borrados entre los verdes 

matorrales silvestres

Viven en los trazos perennes que duermen abiertos en mis ojos cerrados

Tardes que se apagaron entre los ojos despiertos de esfinges luminiscentes

Y el canto ilimitado de violines desafinados en coros de reptiles y cigarras

El claro de tus ojos claros relucía contra la misma palidez de tu frente

Tu propia mordida de los labios hacía mojar las manos, axilas y palabras

Al par los años crecidos patios contra patios, del riachuelo a la quebrada

Palpitaban los miedos y sustos, la adolescencia y sus desconocidos divinos

Tiempo de risas y sonrisas sin ensayos cuando alza el lagarto su lagartija

Tiempo de morir al descubrirse el ojal del vestido ante el gesto inconsulto


Fuimos de las manos por plazas y calles regadas de sol o de lluvias

Hablamos de libros y colores, versos y canciones, verdes y ramas

Armónicos al pasar, contamos distancias, ociosos  tiempos y edades

Cada palabra iniciaba una historia nueva sobre niños, pájaros y flores

Fuimos paseantes exhibidos a la envidia como perlas de caracolas

Medio formadas, movía sus caderas en cadencia con su voz quebrada

El hilo de sus motivos terminaban convencidos al diseño mis palabras  

Tiernas, amables y limpias a la sintonía de su niñez, de ninfa transferida

Liquidez pálida de sus dedos, fluía entre los míos, cual leves pecesillos,

Sitios gemelos en las aulas, secretos de rosas, mismos aires y respiros 

Arribaron sin contarse los días de tormentas, rutas y distancias obligadas

Los ríos se volvieron mares  cada vez más anchos, naves en rumbos opuestos

Marcaron nuestros viajes. Días afanados y noches infinitas de costados

Soportaron los decenios de memorias retenidas y vírgenes pasiones rotas

Tanta distancia, tanto mar, al cabo del círculo arribamos a mismo puerto

Cabalgamos sobre las deudas, risas y besos, desvelos, playas y bahías

Volvimos a la quebrada, no es la misma, ni al pie está el mismo riachuelo

La sublime dignidad inscrita en sus tiernos surcos desvaneció la nostalgia

Mis manos de nuevo sudorosas contaron sus latidos, la misma fue su voz

Convertimos en juguete lo nuevo de sus caderas y sus ojales reventados

Otra vez sus ojos claros, encandilan la mirada contra el pálido de su frente

Otra vez el remorder de labios contenían la saliva, otra vez hoy los sueños.



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