sábado, 23 de mayo de 2020

PRÓLOGO EN DOS PARTES, TOMÁS BOBADILLA.....

PRÓLOGO 

La más resumida y elemental cronología en la que se pueda ofrecer un perfil ciertamente veraz sobre la los hechos históricos activos y sus incidencias en torno a la construcción de la República Dominicana, queda obligado a entregarle por lo menos un pedazo inevitablemente mayor al primer presidente de la primera Junta Nacional Gubernativa del Estado-Nación separado e independizado de la República de Haití para pasar, contra el despecho de esta, a convertirse en República Dominicana. Sin embargo, las contiendas ideológicas generadas tras la secuencia de hechos beligerantes preconizados por los gobiernos haitianos irresignados siempre a aceptar la lógica histórica de la partición política, geográfica y social que se afirmaba cada vez más entre los pueblos dominicano y haitiano, dadas las caracteristicas histórica y sociales entre ambos agregaciones nacionales, harto diferenciadas que impulsaron la dialéctica de las divergencias lógicas entre los enfoques de soluciones contradictorias que hubieron de seguir a esas marcadas diferencias sociales que se marcan entre sus pueblaciones, amenazas y trastornos que ello significaba para la paz y estabilidad del naciente Estado Dominicano.

Con agudeza y talento propios de su formación académica básica como ingeniero, Manuel Otilio Pérez, ha desafiado el consenso histórico-cultural dominicano hasta hace poco arrastrado por la inercia, negligencias metodológicas en los procesos de investigación y las ligerezas de la autoridad intelectual que hasta hace poco asumía como certificadora política de los acontecimientos que dieron origen y continuidad al establecimiento de la República Dominicana, que contribuyeron al equívoco paradigma que ha acogido conservadoramente la tradición historiográfica siguiente a la separación del componente dominicano con respecto a la población de la República de Haití.

En este libro que hoy se presenta en conjunto de conocimientos verificados, abierto al foro nacional interesado en el escudriñamiento y dilucidación de la verdad histórica que atesora la indubitable verdad del hecho histórico, su autor, Manuel Otilio Pérez, lo mismo que en sus anteriores aportes editoriales sobre el asunto, nos sirve una riquísima fuente historiográfica de citas y referencias primarias y secundarias, en las que funda la irrebatibilidad de los datos y argumentaciones aportados que hoy valen y siguen al más riguroso investigador como fuente prolija de la certidumbre documental referida en sus textos.

Quizás obligado por la resistencia intelectual convertida en cultura editorial con la que se han tratado los hechos que signan y giran alrededor de la montaña de aportes a la nacionalidad dominicana, la proclamación de la independencia, la creación del Estado y sus instituciones que lo sustentan, desde el histórico y patriótico reconocido como “Manifiesto del 26 de Enero”, que lo proclama, hasta su compleja organización jurídica funcional, incluido su aparato de seguridad militar, el autor se expresa compelido a la osadía que casi raya con la irreverencia frente al cánon intelectual que habría decidido anular u ocultar el conjunto de iniciativas eminentemente trascendentes como las encabezadas por el munícipe Tomás Bobadilla y Briones.



Decidido a encarar la verdad ante el rezago histórico que se resiste a los hechos ciertamente acontecidos, el autor no deja lugar alguno para dudas ante la abundante información que marca el carácter revolucionario siempre sabio y concertador, que surgen del pensamiento de Don Tomás Bobadilla. Sin embargo, vale recordar en tal sentido, que el autor de esta obra, salva de modo impecable las fronteras de las controversias inoportunas e insulsas, a sabiendas de que airear la veracidad que cuenta la sobresaliente y contundente participación de Tomás Bobadilla en la erección de nuestra nacionalidad dominicana implicaría profundas fruncidas de ceño y hasta resabios de bajos humores .



Este trabajo dedicado a la dilucidación y fijación de la certeza histórica en torno a la figura de Tomás Bobadilla y Briones sobre los hechos acontecidos como consecuencia de las luchas libertarias de los criollos dominicanos, establecimiento y estabilización del Estado Dominicano, ha de alcanzar a despertar el interés de todos los dominicanos ocupados en la construcción del pensamiento patrio y sus fundamentos humanos correctamente situados.



Manuel Otilio Pérez ha de lograr despertar en el investigador profesional, científico, el espíritu de los procesos de prueba y error cuyos aciertos han de traspasar las membranas de todos los programas de la objetividad histórica material, como método probatorio de falsometrías o comparadas.

En la visión histórica de Manuel Otilio Pérez , Tomás Bobadilla queda colocado en una firme posición de insoslayable visionario adelantado, capaz de diseñar proyectos imprevisibles para el paisano común.



Conceptualizador, preceptor con sensibilidad social oportuna y didáctica, alcanzó a prometer , conceder y decretar a tiempo la abolición general de la esclavitud de modo formal y legal, crédito que al resaltarlo el autor coloca en dimensión justa y superior el pensamiento avanzado y revolucionario de un Tomás Bobadilla que se encumbra como aeda visor de ese humanismo, adelantado y premonitor a partir del que concibió los derechos a la educación como responsabilidad de Estado e hizo consignar así mismo la libertad de cultos y otros derechos humanos considerados como vanguardia de la formación y administración del Estado Moderno visibilizado en su proyecto de Nación.




Al resaltar estos hechos de trascendencia universal, desconocidos, todavía hoy, para la escolaridad dominicana regular así como para los programas universitarios no especializados, en fin, para la cultura dominicana oficial, este libro mete la controversia sobre la calidad de la formación histórica formal dominicana en un entredicho cercano a la vergüenza, la desidia y el vicio cultural de la exclusión perniciosa y adrede de la verdad histórica.


VERACIDAD EN LA COMUNICACIÓN Y LA INVESTIGACIÓN DON TOMÁS BOBADILLA, AUTÉNTICO FUNDADOR DE LA NACIONALIDAD DOMINICANANA
La comunicación veraz de los hechos relatados tras el objeto de la reconstrucción de la historia, frecuentemente es sometida a procesos y fuerzas deformadoras, unas veces generadas bajo el peso de subjetivos jucios preestablecidos a partir de valores acendrados en el imaginario del relator como consecuencia de imposiciones culturales viciadas al amparo y determnación de naturales revanchas materiales, intereses mediáticos y competencias emocionales, aun siendo que, algunas veces, el investigador trataría de lograr propósitos profesionales con recta y plena integridad moral pero es acosado inconscientemente por las pasiones asentadas en retorcimientos socializados a través de su educación, formal tradicional. Cuando el investigador social adquiere consciencia de que esos tránsitos de lo objetivo a lo subjetivo pueden ocurrirles, hace esfuerzos por cruzar sus informaciones, buscando someterlas a procesos de contrastaciones profesionales lo más rigurosamente posibles desde donde procura desfalcar los perniciosos entuertos y atropellos contra la veracidad de los hechos históricos, objetivamente reconstruidos al amparo del tesón científico y el culto deontológico a la lógica del objeto social y humano. Sin embargo, si los lectores de sus informes o relatos son sometidos a compulsiones insensatas de lectores, precisamente demasiado afectados por las consecuencias de aquellas citadas valoraciones preestablecidas en sus mentes como fruto de deformaciones emocionales aprendidas, cultivadas bajo el impacto de incidencias marcadoras, emocionales, tatuadas, las interpretaciones que harán los clientes o lectores de los informes y relatos recibidos, no podrán ser asimilados con la fuerza de objetividad procurada, ya que esos signos de sus prejuicios les impedirán apreciar el valor de los esfuerzos tras la realidad de los hechos concernidos. Por lo general, el investigador suele ser sometido a la duda contraria a la objetividad del trabajo sin importar la veracidad confirmada de los mismos. Las anécdotas contadas en torno a la Historia de las Ciencias, huelgan desde todos los tiempos. Muchos investigadores han llegado a pagar con sus propias vidas las "culpas" acumuladas sobre descubrimientos y relatos de verdades tan fuertemente escondidas hasta un momento de la historia en el que su desvelización se consideró como profanación mortal contra el mismo Dios. En los días presentes y corrientes, en República Dominicana han salido a relucir hechos históricos que parecen someter a sus escrutadores más conspicuos, a la tiranía de la duda sobre sus intenciones que como investigadores acogidos a la objetividad del desenterramiento de la verdad histórica. Tal es el caso del investigador Manuel Otilio Pérez, un académico formado en los métodos propios de ciencias duras como las matemáticas y la física, instrumentos que le habrían facilitado densos criterios profesionales para alcanzar a navegar sobre las rutas del acorralamiento de variables sometidas a procesos de seguimientos a veces muy exigentes para ser comprendidos por estudiosos menos tenaces, no inclinados a lidiar en los ruedos científicos. Este investigador ha entrado al espectro de la investigación histórica a desenmadejar las complejas medidas políticas seguidas por el prócer de la Independencia Nacional Dominicana, Don Tomás Bobadilla, primer mandatario de la entonces recién constituida República Dominica, cuyo nombre, hasta hace menos de un lustro, ha sufrido de los peores vejámenes como supuesto "traidor de la patria", dadas sus controversiales posiciones opuestas, muchas veces, a los movimientos políticos de Los Trinitarios, incluido, Juan Pablo Duarte. Me entusiasma y enorgullece la idea de involucrarme en proyectos humanos en los que la civilidad tiende, procura y logra ajustar parámetros de equilibrio fundados en el conocimiento y reconocimiento ajustados a la verdad histórica como plataforma de exaltación a los valores que nos signan como miembros de la fauna natural de la que nos consideramos parte privilegiada al poder cultivar y crecer en la racionalidad como magno valor de virtud humana. Destacar, seguir, imitar y llegar a superar los valores acendrados por nuestra paternidad moral, política y social como hijos y ciudadanos de una Nación, nos compele, en primer lugar a conocer esos valores que atesoramos como legados de aquellos actores que nos precedieron. Nosotros, dominicanos, fruto histórico reciente de varias congregaciones sociales, geográficas y raciales de interacciones muy accidentadas, bien hemos de hacer al depurar con celo, precisión, dignidad y prístina veracidad, nuestros íconos, mentores y precedentes, al escoger nuestros valores en el concierto vecindario tanto inmediato como más distante en tiempo y espacio. Nuestra Historia política y social, como ha ocurrido en cualquier parte y en cualquier tiempo en el mundo, ha sufrido los cortes, remedos y jalones propios de los intereses humanos naturales que signan el natural carácter de una sociedad, forjada al fragor de luchas por la supervivencia biológica, politica y mística en general como los ordenan los procesos racionales de nuestra existencia y constancia evolucionadora. Tergiversaciones e incorrecciones místicas cargadas de fantasías, mitos, tendencias e insidias, han dejado una estela de dudas de difícil salvación factual de nuestra historia política. Particularmente, sobre los hechos históricos que signaron el caracter independentista de las luchas escenificadas por habitantes de la Isla Hispaniola donde se desarrollaba la Colonia Santo Domingo, sobre quienes se extendió como gentilicio el apelativo de "dominicanos", se fomentó el sentiminto de separación política que por varias razones se convirtió en aspiración casi generalizada de la población. Así fue que se desarrollaron varios movimientos y surgieron liderazgos que estimularon e impulsaron de distintos modos y por distitas vías esas ansiedades por la imaginada y deseada separación. Uno de esos movimentos, entre los que sugieron con mayor entusiasmo a partir de la caida del gobierno de la República de Haití encabezado por Jean Pierre Boyer, fue el conducido como cabeza de la Primerisima Junta Gubertiva por Don Tomás Bobadilla y Briones, ciudadano cuya condición legal formal lo signaba como nacional haitiano, lo mismo que a los demás criollos, ya que estaba establecido en este lado Este de la isla, contractualmente posesionada por el Estado Francés y ocupada por la novel República de Haití. Don Tomás Bobadilla se hallaba entre los hombres más connotadamente dispuestos a enfrentar la conducción política impuesta desde Puerto Príncipe. Asi fue que encabezó y logró consolidar un Movimiento Unionista Separatista (unionista para unir las distintas expresiones de rebeldía contra el gobierno ejercido desde Puerto Príncipe, separatista dado el objeto de separación política con respecto a la República de Haití), en el que reunió todas las tendencias sociales inclinadas en sentido de alcanzar la separación política y adminstrativa de los pueblos establecidos en esta parte este de la isla, designada más comúnmente como Haití Español, quienes estarían dispuestas a entregarse militarmente tras ese objetivo de la separación política y administrativa por la que propugnaba gran parte de estos habitantes de esta parte este de la isla ya comúnmente apodados como "dominicanos". Este movimiento gestado y conducido por Don Tomás Bobadilla, se manifestó y se alzó con la meta de recibir la autoridad sobre la conducción política y administrativa de esta citada parte de la isla, sobre la que de inmediato se declaró la independencia y soberanía como nueva Nación enmarcada dentro del consenso mundial. Al momento de la declaración y proclamación de la nueva gesta de Independencia Nacional, protagonizada y pronunciada In Voce, por el mismo lider organizador de la misma, Don Tomás Bobadilla, ya este había producido, redactado y firmado junto a otros colaboradores, el texto de la declaración refrendada por 155 (cientos cinecuenta y cinco) firmantes, desde unos cuarenta días antedel 27 de Febrero. Este documento exhibe la estirpe revolucionaria y avanzado carácter humanista y civilizado del movimiento independentista que surgía, florecía y finalmente se consolidaba. A pesar de los logros alcanzados por las acciones patrióticas y políticas de Estado en general, protagonizados por Don Tomás Bobadilla, los sesgos emocionales, distintos a la objetividad del racionalismo aplicable a la investigación histórica, permitió que durante más de un siglo, la autenticidad del hecho histórico alrededor del connotado luchador y conceptualizador del Estado Dominicano, Don Tomás Bobadilla, haya sido retenida, deformada o negada, hasta haber convertido el imaginario sentimental e intelectual dominicano en una compulsión de negaciones y peyoraciones contrarias a la salud de la investigación materialmente verosímil y cierta. Don Tomás Bobadilla, al concebir, redactar, firmar y proclamar la "MANIFESTACIÓN DE LOS PUEBLOS DE LA PARTE ESTE DE LA ISLA, ANTES ESPAÑOLA O DE SANTO DOMINGO, SOBRE LAS CAUSAS DE SU SEPARACIÓN DE LA REPÚBLICA HAITIANA", hizo entrar el proceso independentista dominicano en los anales mundiales de la conceptualización del Estado Moderno, política, administrativa y humanamente tratado. Del mismo modo, la carta dirigida al Congreso Norteamericano a través del Senador Mr. Charles Sumner, constituye por si solo una nueva declaración patriótica de independencia de la República Dominicana, valiente y decidida, que vastaría para declarar el Nombre de Don Tomás Bobadilla, como Monumento Patriótico consagrado a la Independencia de la República Dominicana. El proceso de investigación seguido por el autor de este libro, Don Manuel Otilio Pérez, ha logrado arribar a conclusiones materiales, objetivas, racionalistas, porque se mantiene libre de juicios premeditados, siguiendo los postulados concernidos en los más exigentes y precisos acercamientos a los trazados materiales del mundo de las Ciencias fundados en la verificación objetiva, disecando los hechos con el afinado escarpelo escudriñador del cirujano que entra al cuerpo vivo de la documentación histórica articulada y movida con certera mano de investigador. El contenido que sirve al hecho histórico veraz y certero, liberado en este libro, llega a cumplir, quizás sin proponérselo, con un resarcimiento moral y ético, sobre la memoria trabada en los desencuentros hubieron de tener lugar entre las ideas patrióticas, muchas veces brillantes, y comportamientos a veces vaporosos y otras muchas, sin embargo, desencontrados con la realidad dura y agreste de las luchas independentistas conducidas bajo el mando gubernamental del mismo Don Tomás Bobadilla, como Jefe del Gobierno que caracterizó las jornadas triunfales contra las agresiones externas que insistentemente intentaron frustrar el hecho de la Nación ya erigida dentro del contexto de sus fueros libertarios reconocidos interna y externamente por las naciones del mundo, precisa y decididamente concebidos y estructurados bajo el auspicioso concepto de Estado Democrático orientado a las luces del pensamiento clara y firmemente forjado en la inteligencia de Don Tomás Bobadilla. Los reiterados reconocimientos a esta verdad de innegable contundencia histórica, política y material frente a los hechos que condujeron a la declaración, mantenimiento y consolidación de la Independencia Nacional, encuentran asidero en las investigaciones documentales completadas por Don Emilio Rodríguez Demorizi, Vetilio Alfau Durán, Joaquín Balaguer, Frank Moya Pons, Jean Price Mars, Juan Bosch, Jorge Tena Reyes, Roberto Cassá y todos los más acuciosos investigadores cuyos aportes con frecuencia, tienden a citar y confirmar los hechos, aunque muchas veces tratan con tímida discresión el reconocimiento a las glorias que en justa y equilibrada medida le siguen adeudando en sus informes y conclusiones con las que cierran sus valoraciones sobre el lustrado personaje. Cierto es, sin embargo, que la recopilación, ordenamiento y secuenciación de los hechos de mayor relevancia histórica en torno a la Independencia Nacional Dominicana, lograda tras la exahustiva investigacion documental y referencial llevada a cabo por Manuel. Otilio Pérez, bajo el auxilio del relacionamiento con diversos y aparentemente alejados valores, actitud práctica cultivada desde su condición de académico de las ciencias matemáticas e ingenieriles, le habría valido ventajosamente para develar relaciones entre los hechos que bien pudieran no serle igualmente claro a otros investigadores. Cierto es que así llegaría el investigador a descubrir las motivaciones que habrían impulsado los perros del descredito moral, social e histórico contra los actos triunfadores de uno de los más conspicuos dominicanos de todos los tiempos, como lo fue, por mucho, Don Tomás Bobadilla y Briones, primer presidente de la primera Junta Gubernativa de la República Dominicana, quien como histórico Primer Mandatario que inauguró nuestra nacionalidad de dominicanos, ha de merecer todo homenaje a su nombre y memoria: Don Tomas Bobadilla y Briones se yergue como uno de los más auténticos fundadore de la Nación Dominicana, como lo afirma el propio autor Manuel Otilio Pérez Perez. Finalmente, hemos de consentir ante el verificado reconocimiento de que a partir de la puesta en circulación de las investigaciones de Manuel Otilio Pérez, servidas desde los tres textos publicados bajo los títulos " LA IMPRONTA INDELEBLE DE TOMÁS BOBADILLA, ...UNO DE LOS FUNDADORES DE LA PATRIA", y "EL LEGADO IMPERECEDERO DE TOMÁS BOBADILLA, CREADOR Y ORGANIZADOR DEL ESTADO DOMINICANO", a cuyos aportes, como continuación de las investigaciones adelantadas, ahora se agrega este nuevo título: "LA PRAXIS COHERENTE DE TOMÁS BOBADILLA, EL SERVIDOR PÚBLICO" dedicado el contenido de los tres al proyecto de establecer la precisión de los hechos que culminaron con la proclamación de la República Dominicana y aportar a la historiografía nacional dominicana la recuperación de los hechos relacionados, felizmente se logra enderezar y ajustar con franca certeza la valoración de los hechos que muestran a Don Tomás Bobadilla en la justa medida de un procer de la dominicanidad, humano, materialmente terrenal, luchador valiente, capaz y honrosamente patriota, desprendido de mezquindades espirituales y materiales, tal que nunca buscó ni acumuló fortuna familiar ni personal, no obstante los altísimos niveles alcanzados en la administración y establecimiento del Estado Nacional Dominicano, sobre todo, sin la menor dudas, un pensador y visionario de luces universales.

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