sábado, 26 de febrero de 2022

PODER, MORAL, BIOLOGÍA Y GUERRA

 Cierto. Ciertísimo es que todos los hechos naturales (es decir todos los hechos escenificados en La Naturaleza), siguen un patrón lógico, evolucionan, siguiendo esas determinaciones incomprendidas por la la inteligencia humana. Determinismo, infalible, sin imaginables distorsiones, divinológicamente ideales, (los fisicoquímicos no precisarían  demasiado dificuldad para imaginarlo). 

Perseguir la perfección, la idealización, la divinificación de la materia, es alcanzar la cota ideal las propiedades imaginables sobre las variables concebidas como límites materiales. Esas idealizaciones sobre la materia, sus principios, razones últimas, etc.,constituyen esos acercamientos imaginables, pero, aparentemente inalcanzables (como por ajemplo, el límite de temperatura fijado como  "Cero absoluto").  

Tras esas búsquedas, los seres humanos tendemos a procurar las idealizaciones morales, espirituales, divinológicas, hasta donde, según entienden los límites mismos de mi breve inteligencia,  Así mismo, tras alcanzar esas mismas metas ideales, los hombres se lanzan a la competencia que sigue los rituales competitivos de la materia, abriendo espacios, hacia los imaginados equibrios de ese idealismo, perfeccionista, idealista, fantástico. 

Toda lucha moral, vital, que sigue los dictados del evolucionismo material, obedece de cualquier forma imaginable, siguiendo ese azimut del idealismo intangible. Todo proceso evolutivo, universal, cósmico, sigue obediente, esas necesidades, concebibles por este ordenamiento mental, fisico-biologicista, hasta espiritual, 

Razones sobre hechos humanos, como guerras, necesidades biológicas, etc...constituyen recursos apoyados en razones, tan incomprendidas como incomprendidas las razones mismas de la existencia. Presumir de contar con razonamientos últimos, por ejemplo, como la justificación de unas y otras razones para "matar", decidir, condenar, no pasa, por tanto de ser ejercicios más o menos deportivos, narcisismos primaverales, con caducidades tan limitadas como la de nuestros tiempos de existencias. 

De hecho, no existe en la naturaleza viva, un acto, cuya razón con cuente con una referencia sutentada en razones justificadas como competencia por la preservación de la especie y la marcación o consecución del equilibrio dinámico de la naturaleza misma. 

Todas las guerras son justas, todas la guerras cuentan sus razones, sus lógicas, sus motivaciones y principios. Todas las guerras cumplen con el objeto lógico de embestir los intereses de los unos contra los intereses de los otros en la competencia por la sobrevivencia natural biológica, natural. Las guerras cumplen con una norma natural arrastrada por los ciclos naturales del proceso de renovación y perfeccionamiento adaptativo y sobrevivencia de la especie.

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