El liderazgo resulta de una respuesta ante los procesos biologicistas a la adaptación, desarrollo y superación inteligente que la evolución privilegia como respuesta al desarrollo ventajoso de lo que consideramos como superación o perfeccionamiento constante del ente deseado, material o espiritualmente pensado. Espiritualmente es un esfuerzo constante por alcanzar la divinización abrahámica, o la "Gran Perfección" de la espiritualización concebida ampliamente en las culturas orientales. El liderago implica la impresión en otros de signos paradigmáticos, procurados por imitación, admiración, imposición autoritaria, de rasgos reconocibles, apreciados como finalidad del crecimiento aspirado, consciente o inconscientemente. Hablar de "mejoramiento del futuro", bien puede citarse como promesa, esperanza o deseo, actitudes ante las que los pensamientos precisan de reflexiones instintivas demasiado refinadas, matemáticas, de profundizaciones espirituales difícilmente matematizables, pues los liderazgos tienden a ser muy sensibles a los instintos biológicos: reacciones inteligentes acertadas, oportunas, claras, poderosas, seguras, confiables, etc...El futuro deseado, aspirado, esperado, son la demanda de la divinización y la felicidad. Los líderazgos, profesionalmente concebidos, así como los más naturalmente desarrollados, tienden a incidir en la construcción de esas metas.
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