Ganar la guerra es vencer al enemigo. Es alcanzar a conquistar, subir, ocupar y posesionarse con autoridad sobre los espacios materiales y espirituales demandados para ser concedido a los dioses entronizados, preparándose siempre a continuar la guerra, esperando pasar sobre los únicos, hasta alcanzar a ser " El Unico", Dios de todos los dioses.
Ningún cálculo social, lógico, neurológico, biológico, con sentido aplicable al evolucionismo material-espiritual, se le contrapone a la dulce realidad de la materialidad natural de la vida. Ha caido Siria. Rusia tendrá que ofrecer seguridades a Irán. Israel y Palestina sobrevivirán como hecho concluido.
Desde El Cielo, donde moran los dioses que compiten por el reinado infinito, eterno, los espíritus, la materia y la vida, seguirán sin decidir sobre los valores heredados que definirán entre los hombres, "El Bien y El Mal", "Lo Bueno y Lo Malo", compelidos por los dictados del evolucionismo material, natural, concebidos al amparo de los pensamientos inteligenciados biológicamente al efecto de los sistemas neuralgicos, bioquimicamente energizados desde las olímpicas fuentes de lo desconocido, del ilimitado divinismo contra materialista de Inmanuel Kant y el cientificismo ideológizado por el Engel-Marxismo.
Es dificil, nos luce casi imposible, alcanzar un extendido proceso de paz entre los hombres, compelidos social y biológicamente a hacer cumplir ese mandamiento de la naturaleza llamado a alcanzar competitivamente a ser el Dios de todo el Universo, alcanzar a ser El Hijo, El Padre y El Espíritu mismo y a la misma vez, al mismo tiempo que "Unico". Pero, La Guerra es La Guerra. El Super-Hombre, El Hombre Nuevo, El Hombre Libre, El Mesías, El Dios y su Profeta....se refundirán en uno mismo, convertidos en un único pensmiento sin la Existencia ni la barba del Prof. Diógenes, pero La Guerra seguirá siendo La Guerra, con Trump y Putin, o Con Trump y con Putin.
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