Ningún académico dedicado a estudiar la Economía del Estado, en República Dominicana como en todo el mundo del capitalismo, osaría oponer la lógica de la Economía del Capitalismo a las migraciones obreras. En nuestro país, cualquier nombre menos sonoro reconoce sin mayor motivo de discusión que el único renglón efectivo, de raíz, que genera divisas convertibles en servicios propios de la vida moderna, es la exportación neta de mano de obra extranjera, siendo nuestro real gran negocio, servir de hospedaje e intermediarios de esos servicios, ofrecidos a través de las explotaciones agropecuarias que sustentan la Industria del Turismo y sus derivaciones lógicas. Nadie discute que los Servicios de Zonas Francas, no pasan de ser exportaciónes de bajo costo de mano de obra, generalmente dominicana, cuyos puestos en otros renglones de bajos niveles salariales, pasan a cubrir los extranjeros: exportación neta de mano de obra extranjera. Cualquier cálculo aplicado desde nuestras lecciones sobre Ing. Económica conduce a reconocerlo como lo reconocen todos los economistas concentrados en estudiar el fenómeno económico que transita el Estado Dominicano. Es la mano de obra no regulada ni sometida a controles sociales formalmente auditados, la que garantiza ese crecimiento explosivo, lo mismo que ocurre en Estados Unidos y muchos otros países en todo el mundo, como bien lo saben los reguladores de la OIT, todo a pesar de los ruidos mediáticos que hacen los dirigentes políticos de Estados Unidos, ruidos dirigidos a la prensa tras captar los votos de la xenofobia racial posicionada en todo el mundo de las sociedades humanas.
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