El Conocimiento es, materialmente, una función biologicista fundada en la organización electrónica, atómica, molecular y biológica. Toda la materia, hasta donde el conocimientoe de la inteligencia humana alcanza conocerla, sigue un comportamiento predecible mediante la aplicación de algoritmos científico-matemáticos de apariencia infaliblemente lógicos, divinológicos, pudiéramos agregar.
Sin embargo, cierto es que desde hace más de un siglo, existe una corriente de pensadores fundados en hallazgos fisico-matemáticos tras los que parece haberse quedado convencido de que el comportamiento material sigue reglas de esencial impredecibilidad, que han documentado como Teoría de los Cuantos, Regla Cuántica o Teoría Cuántica, cuyo fundamento primario prevé la imposibilidad científica o físico-matemática, de determinar con toda precisión el comportamiento de un electrón al que se le ha dejado la libertad de moverse sin mayor cohersión.
Esta afirmación, considerada, sin embargo, por otros pensadores, como una debilidad del conocimiento humano, que al no contar con la habilidad para predecir la "decisión" del comportamiento electrónico, los científicos que deciden por la imposibilidad de lograrlo, se rinden y se comportan como supersticiosos, atribuyendo su indefinición matemática a un nuevo poder que llamarían "el azar".
Los inconvenientes deducibles de la posición adoptada por los cuátnticos que aseguran la imposibilidad material de predecir el comportamiento del insurrrcto electrón, parten en primer lugar, de la negación implicita en tal afirmación de que Dios conoce y domina todo lo relacionado con el comportamiento material y aun mucho más. Es entonces, de descontar, que si lo sabe Dios, cual es el comportamiento que puede, debe y está obligado a adoptar el electrón, puesto que Dios lo sabes, lo ha diseñado y lo domina todo.
Ahora, bien, si el pensador que así no reconoce todas las facultades divinas como para establecer con absoluta precisión el curso que ha de seguir el comportamiento de cualquier entidad material en cualquier nivel, este pensador queda simplemente obligado a reconocer que los principios materiales que fundan la fisica auxiliada por sus algoritmos matemáticos lógicos, garantizarían que todo el decurrir fisico de la materia sigue uno de estos algoritmos, que resultan en su naturaleza, exactos, por tanto, infalibles y así predictores de absoluta precisión (diriamos francamente y de modo fácil, simplemente "divinos").
Como opinarían nuestros pensadores familiarmente más cercanos, más humanos, más calurosos a nuestros sentidos relacionables, como serían los participantes de este foro virtual ?
Sin embargo, cierto es que desde hace más de un siglo, existe una corriente de pensadores fundados en hallazgos fisico-matemáticos tras los que parece haberse quedado convencido de que el comportamiento material sigue reglas de esencial impredecibilidad, que han documentado como Teoría de los Cuantos, Regla Cuántica o Teoría Cuántica, cuyo fundamento primario prevé la imposibilidad científica o físico-matemática, de determinar con toda precisión el comportamiento de un electrón al que se le ha dejado la libertad de moverse sin mayor cohersión.
Esta afirmación, considerada, sin embargo, por otros pensadores, como una debilidad del conocimiento humano, que al no contar con la habilidad para predecir la "decisión" del comportamiento electrónico, los científicos que deciden por la imposibilidad de lograrlo, se rinden y se comportan como supersticiosos, atribuyendo su indefinición matemática a un nuevo poder que llamarían "el azar".
Los inconvenientes deducibles de la posición adoptada por los cuátnticos que aseguran la imposibilidad material de predecir el comportamiento del insurrrcto electrón, parten en primer lugar, de la negación implicita en tal afirmación de que Dios conoce y domina todo lo relacionado con el comportamiento material y aun mucho más. Es entonces, de descontar, que si lo sabe Dios, cual es el comportamiento que puede, debe y está obligado a adoptar el electrón, puesto que Dios lo sabes, lo ha diseñado y lo domina todo.
Ahora, bien, si el pensador que así no reconoce todas las facultades divinas como para establecer con absoluta precisión el curso que ha de seguir el comportamiento de cualquier entidad material en cualquier nivel, este pensador queda simplemente obligado a reconocer que los principios materiales que fundan la fisica auxiliada por sus algoritmos matemáticos lógicos, garantizarían que todo el decurrir fisico de la materia sigue uno de estos algoritmos, que resultan en su naturaleza, exactos, por tanto, infalibles y así predictores de absoluta precisión (diriamos francamente y de modo fácil, simplemente "divinos").
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