Entre todas las especulaciones que parten de la creatividad artística de opinantes de colmadones, centros cerveceros, asaderos, barberías, bancas y lavaderos de automóviles, la que sugiere versión sobre una concertación electoral bajo la premisa de Gonzalo adonaría su candidatura pro-presiencial con la flor de Carolina, pienso yo que no reúne el conjunto de variables lógicas cuyas propiedades alcanzaran para considerar que sería una alternativa de realidad ejecutable. Gonzalo iría muy apurado en su obligada lucha por resaltar sus vulnerda imagen de comunicador, ya que el mismo ha dejado abierta la idea de qie considerar una reparación en ese sentido no es su propósigo, al haber expresado que "el hablar bonito no es prioridad" de su posible ascenso a la presidencia de La República. Carolina, en cambio, exhibe una impecable presencia acompañada de un discurso, gestos y porte de generala en servicio y faena en ejecución. Siempre ataviada como quien preside todos los escenarios en los que se presenta. Lleva forzado hastaa a su mismo padre. Si esa especulación, quizás desatada tras algún proyecto de estrategia mediática, lanzado por uno de esos equipos de sabios contratados en testos tiempos a costos agigantados, por adelantado y en divisas fuertes, revolotearía todas las travas del gallerismo políticos nacional. Estarían las comparaciones al pecho. Doña Milagros, Margarita, Carolina, pasarían a ser pesadas en todos los balanceos populares y mediáticos, de todos los calibres.
Nada habria de agregarse en esta observación sobre las recomposiciones de fuerzas y candidaturas qeu todos imaginarían al pensar que esta utopía alcanzara cuando menos sospechados visos de concresión material.
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