viernes, 14 de mayo de 2021

FE EN EL FUTURO MARCIANO

Al ritmo que se conducen entre nosotros, los humanos, los conocimientos que signan hoy los procesos evolutivos de la biología material, puede apreciarse como como argumentación lógica, la idea de que a un razonable plazo, el proceso biológico vital, dentro del cual nos reconocemos, bien pudiera someterse, tanto artificial como naturalmente (en realidad entiendo que todo lo que ocurre dentro de naturaleza merece considerarse simplemente "natural"), a las transformaciones capaces de adaptarse a la correspondiente virtud de nuevos modelos biologicistas, capaces de ajustarse a las condiciones de la naturaleza material expresa como propiedades del planeta Marte. 

En principio, imagino, que nuestras primerísimas adaptaciones, correrían por cuenta de las técnicas científicas terrenas, tras las que el buen humor y las volátiles imaginaciones de los ingenieros bioquímicos, cibernéticos, cosmológicos y demás "duros" del los cultivos imaginativos y transgénicos de los Domínguez, Martínez, Toros y demás artistas de los pinceles creadores de colores fantásticos, aportarán sus artes modeladoras a las nuevas arquitecturas del pensamiento universal. 

Al amparo  e esas siderales idealizaciones, inteligente biene a ser la esperanza de que a corto plazo sean interpretadas las mediones correspondientes a descendientes nacidos bajo los efectos de atmósferas de composiciones químicas, por ejemplo, abundantes en mayores proporciones de bióxido de carbono, de nitrógeno, argón...etc., lo que no nos luce que que carezca de aprecio científico, como igual resultaría adaptable un proceso de adaptación a niveles distintos de radiaciones solares así como muchas otras  variantes que lucen capaces de ser sometidas a controles y manejos técnicos "aceptables", según las demandas de la circunstancias. 

Mucho, muchísimo, nos falta por escudriñar entre algunos requicios que bien lucen así, como lógicamente manejables, sometidos al control de los conocimentos y capacidades reales, terrenales, superables, hasta quizás, visibles aun de lejitos por los ojos de algunos sobrevivientes de esta generación viológica, cuando menos para la gente de quienes cultivamos la fe, como valor del bien.

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