"La moral", define el concepto de los valores fundados en el paradigma que establece los criterios del bien y el mal, como metas contrapuestas al conjunto de normas, creencias y conductas aceptadas por la sociedad humana existente, servidas y adoptadas como parámetros de la idealización humana. Todas las luchas, batallas y competencias humanas, obedecen a las valoraciones, propias de la diversidad humana.
Desde el suicidio y la autoflagelación como instinto autodestructivo, hasta los genocidios prodiluvianos, obedecen a respuestas vivas, destructivas, cargadas de signos vivos, propios de las formas materiales obedientes a los procesos evolutivos naturales.
Las expresiones materiales que siguen la evolución de los organismos vivientes, cargados de complejos órdenamientos biológicos, cumplen sin desviaciones aparentes, los ritos competitivos signados como valores, que en el caso humano dan orígenes a las más sangrantes batallas, políticas, armadas, morales, religiosas, místicas, familiares, etc.
Es, entonces, de donde parte el batallar político, los arreglos jurídicos, las competicione deportivas, intelectuales y demás muestras de poder, capaces de sobreponer los valores propios de la sobrevivencia continuada en la reproducción y las imposiciones genéticas y místicas. Así florecen y se multiplican los poderes, que, -sin embargo-, luchan por concentrarse cada vez más como proyección del idealismo pretendido de ser alcanzado, insuperado, por cada ser natural.
Ese objeto define los métodos, las estrategias, las tácticas de la lucha por la permanente supervivencia natural de modo que, inevitablemente, la lucha por la superación idealista siempre ha de ser la meta hacia la que se dirijan todos los proyectos humanos. Todos esos proyectos siguen el rastro de superación capaces de arrasar con todas las voluntades humanas que le sean opuestas, hasta intentar superar todas las divinidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario