Cierto. Ciertísimo es que los objetivos, trazados bajo cualquier método de plaificación, materialmente concebida, planificada y diseñada a partir de realidades materiales, terrenales, que sigan los conceptos clásicos de la argumentación reconocida por los filósofos y la filosofía, desinencial misma de sus razones e imaginacioness. Todas las proposiciones teoreticas procuran validar la concepción o conceptualización de ideas, imágenes, creaciones inteligentes, convergen en la creación de valores que, invevitablemente, se abocan a la consecución de metas u objetivos.
Todos los objetivos y metas concebibles por la imaginación del ser humano siguen la definición de principios primigenios. Esos principios primigenios se convierten en matriz y definición de los mismos.
Esas definiciones matrices, son las que obligan, impulsan y establecen las metas y objetivos que siguen los intereses humanos, materiales, evolutivos, naturales. Entre esos objetivos primigenios, naturales se hallan las fuerzas genéticas de la existencia misma, la sobreviencia, la reproducción y las dificilmentes definibles fuerzas de las razones originales (que las creencias divinales definen como "Creación Divinal").
Así, en última instancia, los objetivos impulsados por todos los procesos materiales, serán siempre justificadores de cualquier lucha o competencia, tendente a lograr la superación de unos valores sobre otros, siempre, siguiendo la lógica racionalista de esas metas y objetivos primigenios.
Toda lucha, competición, proceso, ajuste, acomodo o valoración, humanos, siempre se abocará a esas finalidades, esos objetivos de esas metas sobre los que se definen los valores humanos, deberes, derechos, organizaciones, competencias y demás cursos de ajustes.
Las frustraciones filosóficas que desembocaron en la desesperada fatalidad homicida de la muerte por defenestración esquizofrénica protagonizada por el filósofo Friederick Nietszche, tuvo su origen en una indefinición de esas premisas que conminaron al filósofo a decretar la imposibilidad de superar los criterios que habrían de conducir los alcances de esa meta, sin romper con los místicos criterios del "bien" y del "mal".
Los homicidas procesos de destrucción masiva que sobre la humanidad fueron propiciados por (según la documentación bíblica), por Dios, registrados por la tradición judía, como "El Diluvio Universal", "La destrucción de Sodoma y Gomorra", "Las matanza de los primogénitos egipcios", "Las matanzas de Niños por el Rey Herodes", "La Decapitación de los Profetas de Baal", " La Caida de Nínive", etc...Definen en, en todos los casos, la necesidad de tomar medidas luchadoras, definidoras de objetivos y metas.
Quien definirá las metas, sus intereses, sus sacrificios, su moralidad ? Las metas morales, las justas, las divinológicas, siempre estarían acogidas, hasta hoy, a las interpretaciones que cada cual, cada ser humano, cada pensamiento alcance a definir, entender, calcular, decidir sobre las medidas y sus valores. Sabrá Dios quien alcanzará a definir la última instancia de esos valores, si ello fuera posible, si Dios finalmente se decidiera a dar su última interpretación.
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