La Sociedad del Capitalismo, cuenta con un respaldo histórico firme, pulido, afinado y afilado como arte de pristino fulgor. Nadie debe esperar, con ilusión alguna, que los pecances que incidentalmente tienden a resquebrajar las potenciales devaluaciones del poder monetario internacional de la moneda norteamericana, y consecuentemente, la del poder de la moneda dominicana, es decir, la devaluación de su poder internacional de transacción, no pasen a deteriorar la calidad de vida de la obrería dominicana, tanto la que labora en territorio internacional, como la que labora en nuestro propio país. Siempre será la fuerza laboral, la que aporta la mano obrera, la que estará llamada a signifcar el sacrificio del negocio llamado a comprar y vender esas fuerzas, esclavas, como mercancías transables.
No es, no se constituye ni busca lucir, El Capitalismo, constituido su diseño como empeñado en repartir beneficios entre otros que no sean, exactamente los tenedores ostentantes de los capitales acumulados como potenciales representantes reconocidos socialmente, jurídicamente, de esos esfuerzos transables, condensados en ese subjetivo poder de cambio o intercambio, ajustado al convencionado trato reticularmente acordonado como fuerza militar, divinizada en torno a esa capacidad para poner, disponer e imponer su inteligencia humana, militarmente afirmada, misticamente estructurado como fórmula religiosa, multiplemente amparada, arreglada y justificada razonablemente para que cumpla y sea bien arreglada al tono de cualquier convicción o convención espiritual.
Marxismos, Cristianismos, Budismos, Islamismos, Sintoísmos, Induísmos, Africanismos, Indigenismos, etc., todos caben y son pasibles encajar en algunos de los arreglos humanos a los que se abre el Capitalismo, ideológicamente sentado a la diestra de los derechos de la propiedad privada, colectiva o individual, social y biológicamente entendida casi como necesidad intrínsecamente natural. Cada aumento de salario correspondiente a la obrería que genera beneficios capitalizables, es decir, esfuerzos que ofrecen ventajas transables, tendrán que ser aportadas con la sangre y los sudores de la obrería, de modo que cada supuesto aumento aparente como beneficiando el valor de la mano de obra, no pasará de ser una simple prevención, más amenazante y contraria que cualquier pausa en el progreso económico obrero.
El proceso de sacrificio inflacionario es inevitable, amenazador, preocupante. La presión advertidora llama a la prudencia, a la moderación, al ajuste social. La Sociedad del Capitalismo, por definición, se siente compelida a extraer su alimento desde el vientre laboral de la obrería masiva y así lo cumplirá. La Sociedad del Capitalismo, por tanto, por neesidad, por definición, propicia la competición guerrera, los retos militares, intelectuales, científicos, familiares, regionales, familiares, animales, etc...
Constituyen uno de los recursos reconocidos, por medio de los cueales, la evolución biológica, logra exitosamente, refinar la selección de sus recursos mejor adaptados a los paradigmas escogidos como selección de perfección imaginada por los humanos.
La Guerra, por tanto, será siempre la guerra. Socialmente, las luchas que promueve el mundo del Capitalismo, obedecen a esas luchas inevitables. Sempre se impondrán los recursos materiales más aptos, sobre los menos competitivos. Materialmente, el poder de quienes ostenten los derechos y dominios sobre el poder de la producción, sobre quienes intentan retomar ese poder por cualquier medio posible.
La evolución sigue y seguirá ajustando las medidas de los necesarios allanamientos que las tendencias estocásticas no señalan. La Guerra es la Guerra, un artificio de la Sociead del Capitalismo, una etapa biológica y social del Evolucionismo, a partir de cuyos intrínsecos argumentos funcionalmente inevitables, tiende a acercarse la etapa social que hoy tiende a desplazar al capitalismo: Los Socialismos, los Islamismos, los Cristianismos, los Judaísmos, los Sintoísmos, los Budismos, El islamismo, El Judaísmo, El Budismo, etc.
Quizás, entre todos estos movimientos ideológicos, resulten unos más resistentes que otros, como bien puede pensarse sobre el Marxismo, este que, sin dudas, viene arrastrado de la mano por los movimientos religiosos, históricos, desde el Madeísmo hacia el Judaísmo-Cristianismo-Islamismo. Hasta el "descubrimiento" del Super-hombre de Friederich Nietzsche, resulta, obviamente, un arrastre propio de los diosismos mazdeísmos-Judíos.