martes, 18 de febrero de 2025

LA GUERRA ES LA GUERRA, XXIX

 

Es información desgastada, roída y carcomida por las trazas el hecho ciertísimo de que las luchas y competiciones protagonizadas y escenificadas bajo la cobertura de los instintos materiales asentados y definidos como efectos biológicos propios de la contextura, equilibrios y desequilibrios físico-quimicos propios del diseño y confección de los seres vivos, obedecen a la inevitable ririgidez de este mandato que nos compele, a todos los seres que se rigen bajo cualquier modo de vida, el que la meta sin tiempo es la enternización a fuerza de tenacidad, permanencia, perfeccionamientos, etc. 

Ser tenaz, no perecer, es acercarse a la permanencia, a la eternización divinal. La cultura de las necesidades vitales imponen la cultura de la guerra, La Guerra impone la cultura moral que decide sobre los bienes y los males determinados por la cultura de las necesidades de hacer la guerra. Urge la demanda por sobrevivir que impone los sistemas que llevan la guerra. La inteligencia natural del homo sapiens, se desarrolla para hacer la guerra. El hambre determinada por la biología para cumplir la esa urgencia por sobrevivir reclama los espacios y las estrategias por la dominación sobre los demás, lo que se logra a través de la guerra, hace imprescindible luchar por la retención y dominio de los espacios estratégicos que determinan las necesidades de la guerra. 

El hambre lleva a hacer la guerra.

La Ciencia del Conocimiento valida La Ciencia de hacer la guerra, porque la "La Guerra es la Guerra"

Así, con ese paramento mayor, lo consideramos como límite mínimo de nuestro objetivo, vivimos y, como tal hemos de comportarnos como lo destina nuestra materia biológica, con la emergencia por sobrevivir. Superarnos, entre nosotros mismos, comportarnos como lo dispone y rige el cerebro, implica elevarnos hacia lo que concebimos como alcance de la perfección, separarnos alejados de los demás,  subir, escalar la cumbre de lo infinito. La práctica nos inicia complaciendo, como secuencia que conduce a esos alcances, a sobrevivir, alimentarnos, alelantar, dominar. 

Ese es el impulso que conduce a la necesidad de guerrear, vencer, servirnos de los pies,  cuerpos y valencias generales de los demás, superarlos luego como en verdad nos lo previenen desde nuestros modelos biológicos mejor graficables: las competencias entre millones de espermatozoides que se lanzan a alcanzar un óvulo procurando alcanzar a fecundarlo, cuando bien se conoce que sólo uno ha de lograrlo. Así es la guerra. 

La Guerra es la Guerra. 

Millares de seres humanos han de caer en la lucha, Serán esgrimidos todos los subterfugios guerreros, teóricos, práctico, estadísticos, científicos, cada vez más perfectos y poderosos, Mi nota alcnzará solo hasta la idea de algún vulgar verso endemoniado, agrio y amargo a la vez,  para una escasa imaginación. 

Valdrá, sin embargo, para ayudar a entender como se beben los jugos de la hediondez política que no mide ni le interesa perder el tiempo midiendo ni contando puntajes entre discusiones sobre razones de guerra, entre naciones, regiones, paises, partidos políticos. familias, gallos, políticos, empresarios, deportistas, conductores sociales y religiosos. 

Presidentes, aspirantes a ser presidentes, dirigentes de bases, encumbrados directores, etc., se amenazan, se desafian a duelos de guerras de cualquier índole, se compran o venden como pólvoras y municiones de cañón. En fin cumplen sus roles biológicos, evolucionistas, se matan, estropean, descartan o invalidan unos a otros. Todos quedamos compelidos a desplazar a Dios, para superarlo. 

Todas las luchas por el poder primero deben iplicar las luchas por superar el hambre, la sed, la necesidad de sobrevivir, dominar espacios donde morar, donde existir, donde continuar, donde reproducirse, es decir, como eternizarse. Esa es y tiene que darse ese cumplimiento sobre el madato mayor: la obligación necesaria de existir. 

Así, por ello, se cumplen las complacidas urgencias por comer, reproducirse, ejercer poderes, dominar, ser reonocidos, ganar y conquistar espacios, controlar la producción de los víveres que, finalmente, garantizan el ascenso a la divinización. 


lunes, 17 de febrero de 2025

ILYA PRIGOGIN, CESAR ZAPATA Y " LAS ESTRUCTURAS DISIPATIVAS"

 


Ingenierizar el calor de reacción liberado por los fenómenos cuánticos propios de las dinámicas atómicas elecro-quimicas, tales como las reacciones entre la materia expresada en forma de moléculas y átomos, como es el caso del calor o Hentalpía de reacción como la llaman los ingenieros, en sus jergas especializadas,   liberado en forma de llamas ardientes durante la combustión de los productos orgánicos, así como el de las reacciones bioquímicas que sustentan los procesos de la vida en en todo el planeta Tierra, implica, genralmente demanda una serie de pasos a través de los que se consume tiempo, se implican gestos energéticos convertidos en foma de "Trabajo" y de este deciende entonces la variable real, imperial o monárquica, la respetable "Entropía", cuya expresión matemátizada, adorna la lapida de uno de los dioses de la física, el Premio Novel Don Gustav Víctor Rudolf Born (o Max Born). 

Sin embargo, hoy sigue machacando y jinchando como incordio, la difícil y ruda incapacidad ingenieril de pasar al aprovechamiento directo, de modo, la transformación comercialmente aceptable, del ese calor o Hentalpía de Reacción, al aprovechamiento en forma de "Trabajo", de esa forma de energía para convertirla en cantidad de movimiento, sin que intervenga la mediación de la variable "Entropía", felizmente expresada en forma matemática como Como "Cambio del Calor Respecto a la Temperatura". 

Esta elemental igualidad, sin embargo, implica tanto, en materia de Ciencias de la Termodinámica, que en la misma quedan atrapada o enredadas, la filosofía, el Cosmos, la Cantidad de Movimiento, la "Teoría de Los Cuantos", la "Teoría de la Relatividad", la Psicología, y, sobre todo el nuevo lío de "Las Estructucturas Disipativas", de las que se regozan el belga Ilya Prigoyin y en República Dominicana, el investigador Psicólogo, Prof. C. Augusto Zapata, el único a quien le he escuchado dirigirse en público, a la simpática denominación: "Las Estructuras Disipativas". 

 Desde Albertico Einstein alcanzó a merecer un Premio Nobel, al experimentar, formular, demostrar  y aplicar el "EFECTO FOTO-ELÉCTRICO", mucho se ha recorrido y se sigue recorriendo, tal que nada nos puede negar que vallamos caminando con pasos firmes y seguros hacia ese aprovechamiento que tan útil nos ha de resultar: la ingenierización comercial de la energía calofíca generada desde la combustión de hidrocarburos y demás fuentes de carbón facilmente convertible sin la necesidad de aplicar tantos y complejos pasos como los aplicados a través de turbinas y motores de combustión interna, tras cuyas transformaciones, las complejidades principescas de la " ineludible " entropía, siguen decidiendo sobre los bajos aprovechamientos al convertir la energía química en trabajo. 

Son estas complejidades a las que busca desmadejar en sus charlas los psicólogos.  Es esta la implicancia motivacional a la que se enfrentan las conversiones de muchos fenómenos biológicos, el altísimo rendimiento bioquímico-energético del vuelo de los pájaros migrantes, los insectos. Tendrán las nombradas Estructuras disipativas que dar y explicar su razones y mecanismos mediante los cuales parecen burlar, francamente, la fenomenología normal de las llamadas estructuras disipativas, aprendiendo a aprovechar al máximo el trabajo, sin desperdiciar absolutamente ni un mínimo del rendiminto universal.

   

sábado, 15 de febrero de 2025

LA GUERRA ES LA GUERRA. XXVIII


 La Guerra es la Guerra. Las luchas políticas desarrolladas en función de las competiciones en las que se procuran conquistas humanas por ejercer dominios divinizados sobre territorios, regiones, ideologías, derechos al poder conducir las ideas y pensamientos sobre otros, sobrevivir, eternizarse idealizado sobre esa meta de la divinización neurológicamente imaginada, etc. Así es la lucha que se desata en todos nuestros entornos cercanos, un po más lejano y todo lo lejano imaginable. 

En nuestro país, hoy, como en todos los tiempos registrados en nuestra historia humana, desde antes de los referentes que nos atañen y tocan tan materialmente, como han sido los incidentes propios del desarrollo del historial de la Conquista o Encuentro de Continentes no bien reconocidos entre los europeos, las pugnas y las impugnaciones políticas han sido referentes continuos durante todos los momentos pasibles de registros documentados. 

Hoy, un marullo más, otro tan folklórico como aquellos de los intercambios desarrollados entre indios españoles. Aquellos que culminaron con los apresamientos de líderes indígenas amarrados y llevados a España. 

Los discursos del Padre Las Casas, las matanzas escenificadas por Nicolás de Ovando, Las Devastaciones de Osorio, los itercambios o trasapasos de autoridad negociado entre España y Francia, las iportaciones de obreros africanos, las revueltas de indios y esclavos, las guerras de independencia de "La Parte Occidental de la Iisla Hispaniola", luego declarada como Estado Libre de Haití, la Independencia Efímera, la ocupación de la parte Este del Estado de Haití Oriental, la  "Separación e Independencia y De Los Pueblos de la la Parte Oriental de "La Isla Hispaniola", las guerras de "Restauración de la Independencia del  Estado Dominicano", lo tiempo de la  Montonera, los treinta años de los gobiernos dominados por Trujillo y por las intervenciones de los Estados Unidos de América, la Revuelta por la Reposición de la Constitución de Juan Bosch, el regreso de Joaquín Balaguer, etc... 

Hoy, nos toca este nuevo marullo o barullo, tras el que la guerra encabezada por los confusos escándalos propios de las luchas guerreras, tiran al acido charco de las revueltas políticas, a todo el mundo mediático, empacado como hojas de tabaco convertidas en andullos, sin miramientos, sin discriminaciones ni miramientos. La Guerra es la Guerra. Casi treinta títulos contamos desde que iniciamos estas presuntuosas observaciones, así intituladas: "La Guerra es la Guerra". 

Sin más ni más, no cuentan las aserciones morales, reglas piadosas, historias familiares, oraciones religiosas, convicciones espirituales, ideas misteriosas. Solo la biología neural y el diosismo confinado entre los intersticios bioquímico-electronicos de la materia interconectada como sistema biológico, será, quizás, capaz de desenrollar sus más profundas motivaciones, si acaso existieran, que muevan la materia que finalmente dispone los objetos de la guerra. "La Guerra es la Guerra". Nosotros, como los demás, so mos masa que alimentamos los objetos de "La Guerra". Ni buenos ni malos. Ni mejores ni peores.

 La Guerra es La Guerra. Migrantes, Periodístas, Políticos, Trump, Putin, Maduro, Miley, Abinader, todos estos condestables, tanto como yo, alimentamos la voracidad natural de la Evolución Biológica que define, simplemente, que "La Guerra es la Guerra" y así lo determinan, cuando menos, hasta este momento los empeños de la Evolución Biológica y sus afanes humanos por la retroalimentación correctiva.

lunes, 10 de febrero de 2025

LA CHARLA CON CÉSAR A. ZAPATA


Lo incierto, la falta de sociego, se sobreponía a la inseguridad que cosquilleaba entre los convocados a escuchar el novedoso contenido solicitado de modo consensuado y unánime entre los habituales feligreses que suelen congregarse en torno a la convocada tertulia que desde hace algunos años  Franklin, Amauri, Carlos Veloz, Diógenes, Quilvio, Líber, El Mgistrado...y otros habituales filosofómanos, religiosos de una multicolor tertulia que ultimamente halla hogar en una mesa tolerada en una area del magnifico, excepcional, comedor-cafetería  que se mantiene abierto como facilidad al servicio y  disposicion de su clientela, la reconocida tienda de multiplicidades domésticas de Origen cueco, conocida como IKEA. 

El tema solicitado, pedido  a ruegos: " Interpretación de Las Estructuras Disipativas Desde la Investigación en la Psicología, Una Introducción". 

Un tema que para la audiencia: psicólogos, físicos, abogados, empresarios, teólogos, ingenieros, médicos, politólogos, etc.la iquietud se volvía casi desesperada...

El charlista resultaría ser un más que experimentado catedrático, magnífico interprete, pedagogo que pudo soertear con tanta habilidad para hacer entender desde su propia formación la interpretación mejor acomodada y detallada, hasta lograr que el silencio  de asentimiento, hiciera estallar un aplauso no programado, mucho menos, que yo sepa, sin precedente, historia ni consentimiento previo, ni siquiera del establecimiento que facilita el espacio. 

Logró meter con "cucharita en la boca",   conceptos tan áridos, espinosos, rudos, retorcidos como "entropía en la comunicación"  "bifurcación", "trastornos" de personalidad,  aligerados hasta hacerlos fluir por los distintos cauces de las acepciones y presunciones de cada  manera de entender que los colores de las distintas formaciones profesionales, allí relucían.....

Magistral, intelecto el lucido por César A. Zapata, quien exhibió formidables manejos y dotes de investigador ajustado a la ortodoxia del método científico.

viernes, 7 de febrero de 2025

LA GUERRA ES LA GUERRA, XXVII


La Guerra es la Guerra, un recurso devenido de las competencias generadas por los impulsos del material del evolucionismo. 

Lo moral, los ordenamientos avenidos como parte de esos procesos biológicos, físicos, químico-termodinámicos que los científicos han dado en nombrar como "Entropía de los Procesos Naturales", referidos fundamentalmente a la dinámica de los cambios permanentes que son universalmente aceptados como lo último del esencialismo de la existencia natural, ha sido concebida y hasta diferencialmente medida, matematizada, y, en el caso de las disciplinas de los conocimientos  dedicados a caracterizar el esoterismo o espiritualismo, ha sido elevada hasta la divinización por encima del mismo entendimiento humano. 

Así, la moral de La Guerra, alcanza la cumbre del cumplimiento exaltable, cuando se alcanza a vencer, a superar a los demás por encima de cualquier otra interpretación concebida que se le oponga. 

La Guerra es la Guerra. 

El mundo terrenal, donde la especie humana, al entender del refereciado cerebro neuronal humano, evolucionar, perfeccionarse uno, es alcanzar a dejar atrás todo lo demás, incluidos todos los demás seres humanos, hacerse uno mismo dios único. 

Hoy, como en todos los tiempos servidos por la historia, la lucha, la competencia, el duelo mortal, el duelo moral, sigue ese patrón infalible que avala ese curso de la norma natural de la competencia evolucionista. Vencer es destruir, sobrepasar, alcanzar a ser el máximo, el dios. 

Todos los arreglos propios de La competencia evolucionista están compelidos a desatender ordenamientos que se les opongan a las destrucciones y superaciones evolucionistas. 

La Moral de la guerra es una: vencer, superar, sobrevivir, destruir a los competidores. 

Soñadores filosóficos resultamos los seres humanos atrapados en redes de sentimentalismos moralistas, contrapuestos a las rutas del evolucionismo. 

La Guerra es La Guerra. Materia es exaltación, en todo del universo geográfico, geopolítico, religioso, humano, biológico,  etc., donde La Guerra es La Guerra.

Todos los principios ideológicos cumplen con ese objeto definido, con ese orden material, orden de dominio absoluto sentido, propio del evolucionismo natural.

Cualquier arreglo social, concebido en función de los más pristinos intereses definidos sobre derechos y deberes sociales caben con exactitud infinitesimal en los reclamos acordados por los consensos de los dioses de ese evolucionsmo que sirve a las adaptaciones biológicas.

jueves, 6 de febrero de 2025

LA GUERRA ES LA GUERRA, XXVI

 

Cierto, ciertísimo es que la lucha competiva expresada a través de la guerra militar desarrollada entre estados  nacionales,  geografías regionales, conglomerados sociales ideológicos, tienden a delimitar como final, como último propósito, la lucha competitiva llamada a lograr, asegurar, necesidades biológicas demandadas como respuestas neurológicas básicas. 

En su última instancia de expresión, la solución de necsidades reclamadas por el sistema neuronal como requisitos imprescindibles para mantener estabilizados dinámicamente las funciones del estado biológico vital, incluida su imprescindible función de reproducción, que es la que garantiza, asegura la preservación de la especie biológica constituida en expresión fundamental de su existencia. 

Es de donde nace la urgencia por la preservación del estatus competitivo que dicta las órdenes de luchar por la sobrevivencia biológica de cada objetivo viviente, que se expresa luchando por existir, continuar la especie de la que se forma y se propone mantener esa continuación, superando y aprovechando cualquier recurso material válido ante esa urgencia que le demanda continuar su existencia, sobre todo, cuidando su propio proceso de reproducción. 

A partir de esta urgencia surgen los reclamos biológicos, neurológicos, por dejar atrás al otro, sin mirar hacia atrás, por medio de la destrucción, exterminación por cualquier medio de cualquier obstáculo que resulte contrapuesto a esa obligada urgencia de alcanzar esa superación constante hacia esa perfección ideal, divinizada en el subjeto que se lo propone, como perfección ilimitada. 

La interpretación que materialmente mueve este propósito, consiste en un sistema de respuesta biológica, neuroanatómica, fundada en procesos dinámicos de conversiones y aprovechamientos elecroquímicos capaces de asegurar esas fuentes energéticas que garantizan esos procesos electrodinámicos.

 Esas demandas biológicas son las mismas que determinan las acumulaciones y aprovechamientos de esos flujos de energía que han de asegurar las ganancias netas sobre esos afanes por la conservación, aumento y multiplicación de la vida. 

Pasos más adelante resultan los reclamos por triunfos relacionados con las capacidades para sobrevivir, destruir al otro, crecer y multiplicarse sobre los restos del otro. 

Así, la lucha es, lucha por la destrucción del otro, para crecer sobre los restos del otro. 

Para ello es necesario aprovechar la biología, las corrientes sanguíneas, la incorporación de los elementos que componen las estructuras físico-biológicas necesarias, estas que luego son interpretadas por el sistema cerebral como logro triunfo, satisfacción, reconocimiento,  felicidad, etc.

 La guerra militar genera todas las satisfacciones demandadas por estos reclamos. 

La Guerra es la Guerra. 

El deporte, la alimentación, el crecimiento biológico, la destrucción del otro, el dominio de los espacios ocupados por el otro, el poder sobre el otro, genera esa interpretación por cuenta del cerebro, de satisfacción, de felicidad, de trinfo sobre la lucha por la existencia. 

La oxidación que participa en la producción energética que alimenta las acciones del músculo, genera esas energias electroquímicas que alimentan los cambios celulares, aportando energía, que se traduce en satisfacción, en felicidad, según la interpretación neuronal como lo traduce el cerebro. 

La Guerra es la Guerra. 

Así, la lucha por los controles materiales, determinan todas las razones de la guerra. 

El dominio sobre la materia y sus convenciones y conversiones en valores materiales acumulados, constuituyen las urgencias de las Guerras. 

La Guerra es la Guerra por el control material de las satisfacciones biológicas. 

Esa, así es La Guerra:  una competencia por dominar el suministro de las necesidades biológicas del hombre que hace la guerra.

   

AMOR SIN DESPEDIDAS

 

Lienzos cosidos en el alma juto a sus pasiones, poemas y madrugadas

Tardigrados despiertos sobre los hilos adversos y otros resistidos tiempos

Retoñamos acontecidos como luminarias inagotadas, lámparas votivas

Encendidas por los inveterados dioses atestiguados de nuestros juramenteos 

Bien dichos, correspondidos por los infalibles sentidos de las últimas razones

Convenidas desde los confines y prevalencias del Cosmos sagrado de este amor

Libre de fisuras, reverenciado por la completitud de sus aguas siempre fescas

Rociadas por la excelsitud inconmovida de esta historia imbuída en sus verdades

Tiernamente religiosas, de flujos impedidos, amurallados, eternamente renovados.

Nuestros sentidos sensacionalmente conjugados, consciente ritual de temblores 

Frecuenciados a ritmos sincrónicos desde nuestras mismas almas divinizadas

Entronizadas en la congregación del placer y sus divinos sacramentos 

Revividos en carnes,  humores y correntías de sangre de calor y sangre

Amándonos al tenor de vientos navegables, a sol, crepúsculos y madrugadas.

Sin despedidas ni cierres, siempre convenidos a favor de nuestra fascinación.