Ha crecido tanto la suma de mis días extendidos a poemas inconclusos,
Uno a uno, cuentas de piedras retenidas en el relicario de esta alma mía
Viva y muerta, nube vapuleada por los vientos contrapuestos a las corrientes
En chorreras y avalanchas de incontenibles cauces removidos por la ternura
Sublime signo del inagotado sentido de un célico sensus espiritual, divino
Vorazmente encarnado en la mujer reclamada por los fulgores del Olimpo
Historia de la dicha, somos elegidos, finalmente, ungidos luceros de amanecer
Aguas arriba surcaremos hasta los estuarios arbolados de descansados salmónidos
Preferidos por las memorias de este futuro saturado de fantasías y verdes lloviznas
Ritual de solemnidad sensual, inevitable, natural, sin ensayos, reberberan en tu aliento
Aromas invisibles de tus respiros y líquidos humores desde la ambrosía de tu piel
Cálido flujo de ese sensualismo inédito, implacable, intensamente libídico.
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