domingo, 6 de junio de 2021

CONTRA LOS CIMARRONEROS

 Cualquier organización biológico-social, sobre todo si ha alcanzado a regirse siguiendo los parámetros propios del paradigma organizacional humano, por más rudimentario que aun permanezca, precisa y aprovecha las ventajas de su naturaleza gregaria. Esta naturaleza gregaria conmina y conduce al aprovechamiento necessario de esa sociedad. Esa que al desarrollarse mediante los instintos biológicos, tienden a repartir y compartir funciones, de modo sinérgico. 

Los repartimientos implican, implicitamente, la aceptación de compromisos. En la sociedad humana actual, como la conocemos, las implicaciones que mueven la naturaleza alimentaria del cuerpo humano, demanda de los servicios propios del cultivo agrícola. 

Es necesario, según la organización social, sinérgética, a la que nos referimos, que unos labriegos ejerzan esas funciones por tratarse de necesidades propias del proceso vitálico de la biología corporal. Es necesario, por tanto, contar con la mano esos labradores. 

Esos labradores, así como ha de pensarse, mirarse, escucharse, sentirse y saberse, resultan imprescindibles a partir de los cánones sociales, humanos, conocidos.Si en República Dominicana, dadas las razones lógicas que fueren de considerse (geopolíticas, profesionales, culturales, profesionales, políticas, económicas, salubristas, etc....), hemos necesitar y contar con la mano de obra de la migración extrangera (como ocurre en la mayor parte de las sociedades humanas de todo el mundo), tendremos que faliclitar su aprovechamiento, su utilización, al costo y el precio que lo demanden las humanas urgencias y sus relaciones relativas a los equilibrios oferta-demanda de la colectividad internacional. 

Así será como las demandas como saldos económicos, salubridad y existencia natural, demandarán, entre otras obligaciones, que sean recibidos, alojados, alimentados y, -sobre todo, en este momento-, vacunados. 

Los inmigrafóbicos empedernidos, podrán brincar, saltar, chillar, llorar, relinchar y hasta volar a otras parcelas, pero las necesidades demandadas por la supervivencia natural de los que aun sigamos aquí, intentando navegar contra las endemoniadas corrientes morales de los cazadores cimarroneros. 

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