Cierto !. Ciertísimo que si bien los afanes filosóficos, pretendidos desde el criterio objetivo de que las ciencias siguen una lógica encaminada hacia los hallazgos de la perfección material, sin embargo, igual de cierto es que esos mismos caminos, proyectado hacia el ilimitado infinito del idealismo, no le queda otro destino abierto distinto del único que es el que lo conduce al diosismo, al perfeccionismo imaginado como sentido de la evolución. Siendo así, -que es hasta donde alcanza la percepción de la inteligencia humana-, contamos con una de dos alternativas (las que, sin embargo, terminan haciendo esquina en el punto de su ilimitado infinito). Uno: Dios de mi prima Pedrina ( o Pegrina), mantiene inmutable su razón y asegura que después del palo dao, ni Dios lo quita o profanamos en favor del principio material, defendido por El Greñú (lo mismo que por su par, Pedrito Laplace), en la idea de que todo efecto obedece a una causa, predecible y calculable, no misteriosa), siendo así entonces, que el Universo es simplemente exacto, preciso, libre de máculas, libre de misterios, por tanto, simplemente, a ojos humanos, perfecto, obediente unicamente, a sus propia materialidad, sobre la cual, recordaría mi prima Pegrina que ni Rió lo cambia.
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