jueves, 27 de marzo de 2025

AHORA, CUANDO ES HOY


Ahora, cuando aparece en los entornos de estos pizarrones un par de participantes "pierde tiempos", de estos que nos degustamos saboreando momentos dedicados a tratar de extraerle jugos a frutos sosos, sin proteínas, vitaminas ni dulces azúcares de esos que convocan a todos los comensales de buenos paladares, se me ocurre traer al patio este viejo liadero sin puntas a vista. 

Se trata de la inconmovible inquietud que nos llama a sospechar que ninguna divinidad, material o inmaterial, es invulnerable ante el efecto de ser impactado por la considerada ley natural que establecería como realidad inalterada, la necesidad de que cualquier efecto sensible a la naturaleza implica una respuesta, igualmente natural, equivalente y consecuente con el hecho que le da curso, tanto que, sus inevitables respuestas valen para medirlas, compararlas, ponerles números proporcionados, ajustados, precisamente, a las diferencias de sus efectos. 

Esta relación de inconmovibles efectos son aceptados hasta por las proporciones valuables en términos espirituales para acercarnos a los poderes cuantificables ante los procesos de reconocimientos en los términios de valorar la divinización procurada, la que nos impulsa a llegar a ser "mejores", en la graduación con respecto a la perfección o gradualidad perfectiva. 

Filósofos, científicos, humanistas, creacionistas, naturalistas, espiritistas, tienden a imaginarse y sumirse ante esa humana necesidad de percibir ese humano crecimiento que sus intintos biológicos, materialmente, molecularme adeénicos, nos reclaman, nos demandan, nos impulsan a conquistar el Universo Cósmico, a alcanzar a ser dios de dioses y si algo más existiera, igualmente superarlo. Es la impresión sellada, tatuada en esa alma humana que nuestra historia biológica nos ha inculcado y enseñado para que nos guste así sentirnos y así sernos amados, como lo manda Dios.

 

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