El estado de contingencia mayor, en crecimiento, por el que atraviesa la burbuja económica dominicana, confinada en este momento entre los muros de la pandemia sanitaria mundial, de la que se derivan los constreñimientos operativos de toda la dinamia reproductiva de bienes y servicios transables, especialmente los correspondientes a los negocios de la industria turísticas y sus múltiples explotaciones afines, de modo principal, la generación de beneficios procedentes de las explotaciones agrícolas y pecuarias, alimentarias, implican y demandan de la administración de El Estado, de tomar medidas igualmente propias de la situación de contingencia operativa.
Urge asegurar un suplimento de servicios alimentarios masivos, a costos bien competivos, capaces de motivar la expansión de la demanda de bienes y servicios por cuenta de la clientela que en estos momentos se siente conminada por las igualmente expandidas ofertas exhibidas desde todos los destinos en competencia de frente a la iguales condiciones mundiales del negocio. República Dominicana queda conminada a favorecerse de sus facilidades para explotar mano de obra ventajosamente abundante y barata.
Tendrá que aprovechar el rendimiento del efecto simbiótico, empleador-empleado que barbotea en forma de hongo que se derrama sobre la inusitada sombra económica que amenaza la tranquilidad social de toda esta región geográfica, política y social en la que se haya enclavada esta isla y su intensiva población activa.
Resúltenos simpática o resúltenos apática, la medida a ser tomada, El Estado Dominicano, tendrá que hacerse el medio ciego, medio loco y medio sordo, ante los duros reclamos de algunos de sus nuevos asesores "técnicos" que lo suplirán de recomendaciones relacionadas con el fenómeno migratorio, "regularizado" o simplemente, "cruzado".
Inevitablemente, los "cruzados", que son los que mejor rendimiento económico reportan al producto interno, constituirán la fuerza motriz de esa expansión económica de efectos inmediatos, de efectos contingentes, que aliviarán, para muy bien o para muy mal, las espectativas presentes sobre un equilibrado proceso de ajustes económicos, capaz de evitar un desastre social mayor.
Urge asegurar un suplimento de servicios alimentarios masivos, a costos bien competivos, capaces de motivar la expansión de la demanda de bienes y servicios por cuenta de la clientela que en estos momentos se siente conminada por las igualmente expandidas ofertas exhibidas desde todos los destinos en competencia de frente a la iguales condiciones mundiales del negocio. República Dominicana queda conminada a favorecerse de sus facilidades para explotar mano de obra ventajosamente abundante y barata.
Tendrá que aprovechar el rendimiento del efecto simbiótico, empleador-empleado que barbotea en forma de hongo que se derrama sobre la inusitada sombra económica que amenaza la tranquilidad social de toda esta región geográfica, política y social en la que se haya enclavada esta isla y su intensiva población activa.
Resúltenos simpática o resúltenos apática, la medida a ser tomada, El Estado Dominicano, tendrá que hacerse el medio ciego, medio loco y medio sordo, ante los duros reclamos de algunos de sus nuevos asesores "técnicos" que lo suplirán de recomendaciones relacionadas con el fenómeno migratorio, "regularizado" o simplemente, "cruzado".
Inevitablemente, los "cruzados", que son los que mejor rendimiento económico reportan al producto interno, constituirán la fuerza motriz de esa expansión económica de efectos inmediatos, de efectos contingentes, que aliviarán, para muy bien o para muy mal, las espectativas presentes sobre un equilibrado proceso de ajustes económicos, capaz de evitar un desastre social mayor.
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