Separar la verdad de la realidad es una tendencia natural difícil de asimilar o explicar en la práctica de la posibilidad material. Es imposible variar la realidad cuando los hechos posibles no pueden ser cambiados. Sin embargo, la verdad es que los hechos, en física, no pueden ser modificados. Es decir, los hechos ocurren cumpliendo un principio termodinámico inequívoco y determinista.
Si usted cree en Dios, no tendrá dudas, pues es bien sabido que hemos sido formados bajo el convencimiento pleno de que Dios no comete errores ni necesita corregir ni cambiar nada, ya que todo está previsto desde el origen mismo.
Si, por el contrario, usted no es creyente y acepta la materia como inmodificable, es porque su razón de existir cumple la ley natural según la cual un hecho precede a otro, como efecto equivalente en medida al hecho que lo causa.
El determinismo parece absurdo, feo, instintivamente impracticable. Pero aritméticamente, resulta escandaloso.
 
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