domingo, 13 de julio de 2025

EL MARQUES DE LAPLACE


Puede ser incómodo, y personalmente un poco forzado, presumir de alguna forma de ateísmo espiritual mientras se admite que es imposible existir sin tener un origen definido. El filósofo dominicano Prof. Diógenes García ha asentado su carrera como ateísta convencido de un origen filosófico-materialista, no divino. Este camino ha sido discutido—en ocasiones, de manera poco elegante—porque con frecuencia, tanto los científicos académicos (físicos, químicos, astrónomos) como los religiosos (pentecostales, judíos, musulmanes, curas, etc.) dan muestras de intolerancias militantes.


Es difícil meter en la cabeza de un alma humana la idea de que algo puede no tener un origen definido, cuando el más reconocido científico que hizo vida profesional y mundial, como fue el caso del Conde Simón de Laplace, dejó a la posteridad el concepto bien establecido de que la consecuencia de un hecho real obedecía, necesariamente, a un hecho igualmente real. ¡Hasta Dios se paraliza ante una realidad tan contundente!


Pero el marques de Laplace quizás no meditó fríamente en la divinidad, porque era ateo. Ocurre, sin embargo, que el origen de las cosas últimas parece estar en Dios, y por tanto, ese privilegio de conocer el último resquicio estamos obligados a dejárselo al Señor. De modo que el Conde se “guayó” con todo y su título, como parece haberse “guayado” el Prof. Diógenes García.


Einstein se quedó con su dolor de cabeza, buscándole la posición a un electrón que ahora se supo que anduvo vagando por casa de Jacinto. No sé si logrará “acolumbrarse” con él. Es bien sabido que Simón y el Creador no se reúnen ni para saborear un café. Es duro aceptar que solo uno sabe dónde se guardan las llaves del único carro que hay en la casa, pero si Él es quien sabe, parece que habremos de preguntarle a Él... o hablar con el Prof. Diógenes

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