viernes, 4 de julio de 2025

KARL MARX


Karl Marx creció bajo el amparo de la cultura judeocristiana, siempre influida y atravesada por la tradición grecorromana. Este trasfondo permitió que, desde niño, dotado de una inteligencia prodigiosa, pudiera discernir con agudeza la experiencia de clase. Dicha vivencia se convirtió en base intelectual para comprender el comportamiento de las clases sociales, nutrido por su historia personal como hijo de un abogado judío, yerno de una familia cristiana bautizada, y sensible ante la explotación social.

Estas circunstancias lo llevaron a formarse como un doliente social, conocedor de las costumbres y prácticas propias de las sumisiones religiosas impuestas a una feligresía bien adoctrinada. De ahí que sugiriera —sin necesidad de una retórica grandilocuente— que la religión funciona como un calmante, un bálsamo que suaviza el dolor de la explotación y la alienación que padecen los pueblos.

Marx fue un defensor de los derechos de los desposeídos, convencido materialmente de la historia y de la realidad de los hechos, los cuales concebía como fenómenos físicos que, al ser comprendidos, se transformaban en historias del porvenir.

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