lunes, 26 de agosto de 2019

LOS HIJOS DE SANTÓN Y SALERIA

Santón fue el hijo menor de Doña Madamila y el retirado Sargento Bretán oriundos de La Descubierta,  reconocida como mujer dotada de una superior sabiduría casi divina, santera, rezadora, partera y curandera. Santón, como sus padres, lucía impecables rasgos raciales de raza negra sin apariencias cercanas de mezclas con etnias propias de migraciones europeas ni indo-americanas. Su dentadura pareja como empalizada cerrada, nueva, recién blanqueada,  destacaba contra la rojez abierta de su boca protuberante, fueron estambres encendidos, propios atractores normales para abejas y mariposas en primavera. 

Saleria, de menuda figura de muñeca recién comprada, había llegado bajo el brazo de un guardia, traida de La Línea Fronteriza, quien al ser trasladado a pocas semanas de haber llegado al lugar, olvidó el camino de regreso, reconocida maña de la guardia. Saleria era una mezcla con rasgos propios del sincretismo racial que supone componentes europeos, indígenas y africanos, que florece desde la frontera hasta el centro mismo de la isla, cuyas marcas son apreciadas por todos los dominicanos  de todas las marcas, vistas como modelos de belleza típica en la que destacan, cabellos muy negros, rostros de facciones suaves, color de piel que oscilan entre tonos de rosados pardos hasta marrón oscuro.

Ocho fueron los hijos procreados entre Saleria y Santón. Por distintas vías y razones comprensibles, los hijos de la pareja formaron un jardín de todos los colores y propiedades físicas. Uno de los hijos llegó a brillar como pelotero profesional. La familia original de Saleria la visitaba por lo menos una vez al año. Pronto se enteraron de las "santas" famas de Santón como hombre simpático, buen apostador, mejor tercio de todos los encuentros festivos, bailador único.

En una ocasión, los padres de Saleria, convencieron la pareja de que le permitiera llevarse consigo una de las hijas que ya tenía siete años de edad, con el evidente objeto de alivianarle la carga pero bajo el pretexto de que ellos venían qudándose ya muy solos, son solo una hija que aun esperaba hacer familia. Así ocurrió durante unas cuatro ocasiones, de modo que los hijos de Santón y Saleria pasaron a residir, los cuatro menores, junto a sus abuelos linieros de Dajabón. 

Entre los promedios generados por los azares genéticos, una de las niñas, beneficiada con las propiedades heredadas mejor escogidas por Dios, resultó ganadora de un concurso nacional de belleza. Tras sus dotes como morena de pómulos entre africanos y europeos, esbelta como su padre y su abuela Doña Madamila, a Europa llegó a parar para hacer de modelo profesional. De los que se qudaron en La Cuchilla con Santón y Saleria, uno aprovechó su fortaleza hasta alcanzar a ser pelotero profesional. Camila, la menor, una de las que  se fue a vivir a La Líanea, bajo los aupicios económicos de todo el elenco que le precedía, llegó a una Universidad en Alemania para especilizarse en Mecina Genética Humana.

La melancolía propia que le provocaran los extrañados prados y arroyuelos de La Cuchilla, su paraje natal, le sirvió de motivación para llegar desde su Universidad germana, a realizar la investigación que con la que esperaba presentar credenciales  y meritos para obtener su Docotorado. Decidió estudiar la composición genética de su paraje tratando de establecer el extraño caso de que en esa comunidad rural el promedio de los jóvenes de su generación acusaban una desusual estatura, en comparación con la estatura promedio de los familiares propios de todo el entorno cercano, incluidos los casos de familiares reconocidos tradicionalmente por estaturas bastantes recogidas. Camila avanzó bastante pero no completó su investigación. Entre triste, confundida y algo decepcionada, finalmente logró que la Universidad le relevara el compromiso de completar aquella investigación. 

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