Aguacero vertido sobre la desierta agonía de mis culpas
Mojará las curvas espirales de esta ansiedad remordida
En los pliegos anochecidos en los memoriales del alma
Hija amada desde la más densa profundidad del aliento
Razón de mis sentidos revivos para cantar tu existencia
Leer en tus risas de llena alegría la virtud de tus soles
Niña entrañada en la materia y el espíritu de mis dichas
Niña entrañada en la materia y el espíritu de mis dichas
Carne de mis carnes, sangre, piel, sagrado monumento
Al orgullo de escuchar en tu voz maternales timbres
Sus gestos y ritos, contradichos y vivas exclamaciones
Genio bendecido en los santos resguardos de mi madre
Cortas pueden ser mis horas para repetirlo: te amo niña.
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