miércoles, 26 de septiembre de 2018

MANO DE OBRA BARATA IMPORTADA

Ningún estudioso serio de la evolución económica dominicana, presente y pasada y la por venir, se ha atrevido a condenar el aprovechamiento de los beneficios que hasta el momento ha significado la mano de obra semi-esclavizada que en favor de su crecimiento y desarrollo viene haciendo el sistema económico proto-capitalista dominicano.  

Reporteros rurales, interactivos políticos de los medios de comunicación masivos, militantes dominicanos en New York pro-trujillistas, etc. e ideólogos consumados del trujillismo balaguerista, fomentan el santanismo (no se confunda aunque se parezca con satanismo) anti-haitiano extremo al mejor estilo del cristianismo de Martín Lutero aplicado contra la migración laboral de los judíos en Alemania. 

La explotación obrera de la mano de aquella mano de obra dejó marcado su nombre en todos los campos del desarrollo económico europeo, como lo ha dejado la migración africana y la  latinoamericana en Estados Unidos de América. El bien recuperable de la esclavización propiciada por el sistema capitalista, es precisamente el mismo impulso que puede exhibir como trofeo a los triunfos arrebatados al socialismo democrático, fundado en las oportunidades de sumar esperanzas en torno a la civilización moderna, aun el apabullamiento aplastante que exhiben los recolectores mayores del trabajo capitalizado. 

Es miserable la ceguera artificial que exhiben algunos pensadores negados a mirar la verdad que les cuenta la historia de sus propias oportunidades fundadas en los servicios que les presta la labor humana reconvertida en las comodidades disfrutada desde las clases económicas altas y medias. Esos ciegos de ojos tapados con sus propias manos se vuelven incapaces de percibir que su vocación es propiamente fanática y suicida. 

Los gobernantes dominicanos nunca han sido benefactores humanos de la explotación cuasi-esclava de la mano de obra servida por los nacionales haitianos, -ni siquiera el gobernador de la ocupación, Jean Pierre Boyer-, sin embargo, todos han sabido que esa mano de obra es la que ha venido sustentando, sustenta y tiende a sustentar, el desarrollo económico que durante todo el último siglo ha impulsado ese disparado crecimiento económico que caracteriza el historial dominicano, incluido, obviamente, la economía azucarera del trujillismo, a pesar de las mantanzas de el Masacre Ensangrentado. Ningún verdadero economista dominicano o extrangero, se ha atrevido a tocar con palabras contrarias, ese discurso entonado a voz de soprano por Doña Consuelo Despradel.

En pocos medios del conocimiento se reune en República Dominicana, un conjunto capaz de compreder sin precisar de muchos detalles, que la exportación de mano de obra que se lleva a cabo como servicio al turismo, desde la alimentación hasta el mercado de sexo y otros materiales no citables, constituyen la mayor oportunidad comercial que como producto de valor agregado, funda el crecimiento económico de la nación dominicana (hoy contamos con el apoyo minero y la exportación de mano de obra directa hacia NY y otras ciudades del mundo), El control de costos de esa mano de obra haitiana, aplicada en la construcción y demás servicios, garantiza la excedencia permanente que a su vez mantiene estabilizados los costos que aseguran la rentabilidad de las contrucción de viviendas. Ello a su vez redunda e ese beneficio que le permite adquirir viviendas en torres a la clase media dominicana, subvencionar, los combustibles, el transporte a través del metro y las subvenciones sobre los costos de la energía eléctrica servida a quienes no pueden pagarla, lo mismo que el desayuno escolar y la tanda extendida, todo a costas de la mano de obra barata importada

No hay comentarios:

Publicar un comentario