Julio Ramírez Frank Peña: " La publicidad, pues, es quizás el instrumento más inmoral del comercio actual..."
Hace años que vengo alejándome de las construcciones intelectuales dedicadas a levantar monumentos a la moralidad como concepto material y de interés científico. Me alejo como lo hace de su centro la expansión de El Cosmos, Las construcciones morales, como jardines culturales que son, resultan tan plásticas, sinuosas, variables y temporales que prefiero tratarlas como poemas religiosos. Siendo que todos atesoramos compromisos con la idealidad divina, aun los fundamentalistas más radicales del ateísmo, puesto que la evolución biológica humana lo reclama como impulso vital. me acojo en cuanto puedo al paradigma científico elegido como ruta del conocimiento. Los afanes por cultivar el conocimiento así como el lograrlo, genera las mismas secreciones de adrenalina que el gusto por la triunfal meta de la reproducción, el poder, los reconocimientos y las vibraciones musicales. Cuando Frank Peña, toca la palabra "moral", me gusta, me complace, percibo que se humaniza su portentosa propiedad de ser como Gilgamesh. Lo siento cercano y no le temo al gigantismo de sus poderes.
Hace años que vengo alejándome de las construcciones intelectuales dedicadas a levantar monumentos a la moralidad como concepto material y de interés científico. Me alejo como lo hace de su centro la expansión de El Cosmos, Las construcciones morales, como jardines culturales que son, resultan tan plásticas, sinuosas, variables y temporales que prefiero tratarlas como poemas religiosos. Siendo que todos atesoramos compromisos con la idealidad divina, aun los fundamentalistas más radicales del ateísmo, puesto que la evolución biológica humana lo reclama como impulso vital. me acojo en cuanto puedo al paradigma científico elegido como ruta del conocimiento. Los afanes por cultivar el conocimiento así como el lograrlo, genera las mismas secreciones de adrenalina que el gusto por la triunfal meta de la reproducción, el poder, los reconocimientos y las vibraciones musicales. Cuando Frank Peña, toca la palabra "moral", me gusta, me complace, percibo que se humaniza su portentosa propiedad de ser como Gilgamesh. Lo siento cercano y no le temo al gigantismo de sus poderes.
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