Durante el proceso de aglomeración que parte de una molécula sometida al divino impulso de coexistir junto a otra, cualquiera que fuera su origen, anterior, posterior o concomitante, si ambas siguen siendo empujadas por ese divino impulso a continuar su replicación, el medio servirá entre una y otra, las condiciones del servicio clientelar capaz de garantizar la permanencia y sus efectos de ese divino impulso.
Así habría de darse origen el divino proceso inteligente de la biogénesis químicofísica.
A partir de ese instante surgiría una evidente y lógica alma competitiva fundada en la probabilidad de existir y sobrevivir, aun si el hecho implicara necesidades sinérgicas de coexistencia.
Desde entonces, la "lucha" o competencia por la sobrevivencia, pasa a ser el proceso material natural en el que se sustenta la biología la existencia, multiplicación y perfeccionamiento de esa lucha en su proceso de sobrevivencia.
Así surgen y se mantienen las complejas batallas guerreras que finalmente entendemos como superación biológica natural concomitante con el proceso sinergico de la coexistencia biológica material.
Quizás el proceso pueda ser igual de sencillo para toda la materia en todo el Cosmos. Dios es capaz de cualquier cosa por meticulosa y micrónica que resulte como grandiosa y gigantezca como que desborde nuestras limitaciones para la imaginación.
Los hombres, criaturas terciarias de la divinología universal, solemos sentir, vivir, gozar y practicar esa conducta competitiva como manda Dios, en nuestros procesos vitales por la superación y perfeccionamiento permanente de sus habilidades para sobrevivir, siguiendo cada vez ese paradigma divinológíco que tiende a acercarnos a la perfección absoluta atribuida a la infinita monarquía divina.
No es posible, por tanto, imaginarnos, emocionalmente sin ese deseo de superación que tiende a eternizar nuestro divino ordenamiento biológico-material.
Aun las expresiones de hipocresía, criminalidad, autodestrucción, etc. pasan, a su manera, a formar parte de ese proceso biogenético de la superación y coexistencia sinergica de los seres vivos, como expresión del universo material divinamente concebido bajo el paradigmatico algoritmo que rige la Naturaleza Divina
(Por cierto, me parece que así, entre las talladuras de sus delineados, lo consigna la inteligencia de lo hombres que escribieron "El Libro").
Así habría de darse origen el divino proceso inteligente de la biogénesis químicofísica.
A partir de ese instante surgiría una evidente y lógica alma competitiva fundada en la probabilidad de existir y sobrevivir, aun si el hecho implicara necesidades sinérgicas de coexistencia.
Desde entonces, la "lucha" o competencia por la sobrevivencia, pasa a ser el proceso material natural en el que se sustenta la biología la existencia, multiplicación y perfeccionamiento de esa lucha en su proceso de sobrevivencia.
Así surgen y se mantienen las complejas batallas guerreras que finalmente entendemos como superación biológica natural concomitante con el proceso sinergico de la coexistencia biológica material.
Quizás el proceso pueda ser igual de sencillo para toda la materia en todo el Cosmos. Dios es capaz de cualquier cosa por meticulosa y micrónica que resulte como grandiosa y gigantezca como que desborde nuestras limitaciones para la imaginación.
Los hombres, criaturas terciarias de la divinología universal, solemos sentir, vivir, gozar y practicar esa conducta competitiva como manda Dios, en nuestros procesos vitales por la superación y perfeccionamiento permanente de sus habilidades para sobrevivir, siguiendo cada vez ese paradigma divinológíco que tiende a acercarnos a la perfección absoluta atribuida a la infinita monarquía divina.
No es posible, por tanto, imaginarnos, emocionalmente sin ese deseo de superación que tiende a eternizar nuestro divino ordenamiento biológico-material.
Aun las expresiones de hipocresía, criminalidad, autodestrucción, etc. pasan, a su manera, a formar parte de ese proceso biogenético de la superación y coexistencia sinergica de los seres vivos, como expresión del universo material divinamente concebido bajo el paradigmatico algoritmo que rige la Naturaleza Divina
(Por cierto, me parece que así, entre las talladuras de sus delineados, lo consigna la inteligencia de lo hombres que escribieron "El Libro").
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