La idea de contar con un pequeño dios concentrado en las particulares minucias de las inquietudes humanas, similar, diríamos, a contar con un celular inteligente de un solo chip de esos microscópicos, que hoy, con sus 128 Gb. de memoria, son capaces de hacer "de todo ", es idea que me atrae.
Con los avances que hoy nos facilitan damas plastificadas en materiales tan tiernos, calurosos y hasta "calientes" de espíritu, son muchos los líos emocionales que pudieran quedar resueltos. Un dios diseñado pret a porte, es posible que hasta nos ofrezca especiales de bendiciones e indulgencias de refinamientos europeos, a la americana, japoneses y hasta chinos de quinta generación.
El Dios Grande, el que todo lo conoce y lo conduce, el mismo responsable del perfecto e infalible giro y ordenamiento de todo el Cosmos contenedor de las Galaxias, sus incidencias, leyes y demás objetos que lo completan, es también el mismo que siempre ha existido, infinito, eterno, completo, continuo, inteligente y perfecto.
No es ese pequeño chip emocional que cada cual, cada humano, pretende llevar secuestrado en un bolsillo, amañado según sus particulares caprichos y necesidades momentáneas, no parece estar aun disponible, aunque si hace muchísimos años que ha sido pensado, concebido esquemáticamente muchas veces confundido con el realmente existente.
Por los años correspondiente a la década de los sesenta, cuando en la iglesia se escuchaban los graves tonos y fuertes disfonías de mi recién inaugurada adolescencia, hube de memorizar una composición que literalmente iba referida a un dios de bolsillo.
Las letras rezaban más o menos así: "...todo lo hago bien, yo no mato, yo no robo, tengo, la conciencia limpia y respeto a mi mamá...."... era como ironizar en torno a mi segura salvación (quizás algún otro joven como yo alcance a copear con mis magníficos recuerdos)...
Hoy suelo disfrutar aquellos recuerdos, traídos a mi mente por los simpáticos predicamentos, por ejemplo de un predicador cristiano, apologista del régimen político-militar de Singapur, con sus rápidas sentencias de muerte y sus tolerancias nulas ante las violaciones ciudadanas de las convenciones que arreglan sus bienes sociales tangibles e intangibles.
Son parte del renovado y bien enderezado cristianismo afinado al magnífico estilo organizacional asiático, caracterizado por su rectitud emocional. Nunca negaría, yo mismo, las fuertes emociones que provocan en mi cuerpo, los desfiles militares chinos, su coordinaciones artísticas, los filos afinados de las espadas japonesas, pero no me saboreo con mucho gusto ese nuevo cristianismo de Singapur ni el de los Coreanos y su lider de raros cortes de pelo.
Juro por la excepcional inteligencia practicada por el genio del Fría Sosa juvenil, sobreinteligente como pocos casos habré conocido, organizado, corregido, estratégico y seguro (lo de "chinito solo habría tenido que ver con su ex-cabellera, hoy solo un melancólico brote de nostalgia).
Con los avances que hoy nos facilitan damas plastificadas en materiales tan tiernos, calurosos y hasta "calientes" de espíritu, son muchos los líos emocionales que pudieran quedar resueltos. Un dios diseñado pret a porte, es posible que hasta nos ofrezca especiales de bendiciones e indulgencias de refinamientos europeos, a la americana, japoneses y hasta chinos de quinta generación.
El Dios Grande, el que todo lo conoce y lo conduce, el mismo responsable del perfecto e infalible giro y ordenamiento de todo el Cosmos contenedor de las Galaxias, sus incidencias, leyes y demás objetos que lo completan, es también el mismo que siempre ha existido, infinito, eterno, completo, continuo, inteligente y perfecto.
No es ese pequeño chip emocional que cada cual, cada humano, pretende llevar secuestrado en un bolsillo, amañado según sus particulares caprichos y necesidades momentáneas, no parece estar aun disponible, aunque si hace muchísimos años que ha sido pensado, concebido esquemáticamente muchas veces confundido con el realmente existente.
Por los años correspondiente a la década de los sesenta, cuando en la iglesia se escuchaban los graves tonos y fuertes disfonías de mi recién inaugurada adolescencia, hube de memorizar una composición que literalmente iba referida a un dios de bolsillo.
Las letras rezaban más o menos así: "...todo lo hago bien, yo no mato, yo no robo, tengo, la conciencia limpia y respeto a mi mamá...."... era como ironizar en torno a mi segura salvación (quizás algún otro joven como yo alcance a copear con mis magníficos recuerdos)...
Hoy suelo disfrutar aquellos recuerdos, traídos a mi mente por los simpáticos predicamentos, por ejemplo de un predicador cristiano, apologista del régimen político-militar de Singapur, con sus rápidas sentencias de muerte y sus tolerancias nulas ante las violaciones ciudadanas de las convenciones que arreglan sus bienes sociales tangibles e intangibles.
Son parte del renovado y bien enderezado cristianismo afinado al magnífico estilo organizacional asiático, caracterizado por su rectitud emocional. Nunca negaría, yo mismo, las fuertes emociones que provocan en mi cuerpo, los desfiles militares chinos, su coordinaciones artísticas, los filos afinados de las espadas japonesas, pero no me saboreo con mucho gusto ese nuevo cristianismo de Singapur ni el de los Coreanos y su lider de raros cortes de pelo.
Juro por la excepcional inteligencia practicada por el genio del Fría Sosa juvenil, sobreinteligente como pocos casos habré conocido, organizado, corregido, estratégico y seguro (lo de "chinito solo habría tenido que ver con su ex-cabellera, hoy solo un melancólico brote de nostalgia).
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