Un cárabo lapón se alejó mar adentro un poco más de lo acostrumbrado por los cárabos regulares. Exhausto llegó a posarse sobre la más alta verga del palo mayor de un velero que se alejaba de su puerto. El vigía que en ese momento servía sus funciones desde el carajo colocado más arriba de la verga, al notar que el pájaro lucía muy inquieto sin elevar vuelo de partida como es costumbre de los pájaros que suelen posarse a hacer escalas de descanso sobre las vergas de los veleros, se acercó al ave que no se inmutó permitiendole al marinero que la tomara entre sus brazos, quien rapidamente pudo notar que el pájaro estaba hambriento. Lo alimentó con parte de su ración. El agradecido huesped pasó a hacer vida junto a los demás marineros quienes habitualmente hacían de aquella nave practicamente su hogar. El cárabo, tan pronto como se hubo respuesto, se depidió y alcanzó tierra, sin embargo, hizo costumbre del visitar con frecuencia aquel velero en el que sus anfitriones igual respondieron sus afectos y aun lo alimentaron con partes de sus raciones, Con frecuencia, el mismo cárabo solía llegar con algunos de sus trofeos, cazados sobre las heladas estepas en las que residía regularmente, consistentes en roedores y trozos de carnes robados a depredadores mayores como lobos esteparios, águilas y otros cazadores de grandes presas.
lunes, 8 de julio de 2019
EL CÁRABO DEL CARAJO
Un cárabo lapón se alejó mar adentro un poco más de lo acostrumbrado por los cárabos regulares. Exhausto llegó a posarse sobre la más alta verga del palo mayor de un velero que se alejaba de su puerto. El vigía que en ese momento servía sus funciones desde el carajo colocado más arriba de la verga, al notar que el pájaro lucía muy inquieto sin elevar vuelo de partida como es costumbre de los pájaros que suelen posarse a hacer escalas de descanso sobre las vergas de los veleros, se acercó al ave que no se inmutó permitiendole al marinero que la tomara entre sus brazos, quien rapidamente pudo notar que el pájaro estaba hambriento. Lo alimentó con parte de su ración. El agradecido huesped pasó a hacer vida junto a los demás marineros quienes habitualmente hacían de aquella nave practicamente su hogar. El cárabo, tan pronto como se hubo respuesto, se depidió y alcanzó tierra, sin embargo, hizo costumbre del visitar con frecuencia aquel velero en el que sus anfitriones igual respondieron sus afectos y aun lo alimentaron con partes de sus raciones, Con frecuencia, el mismo cárabo solía llegar con algunos de sus trofeos, cazados sobre las heladas estepas en las que residía regularmente, consistentes en roedores y trozos de carnes robados a depredadores mayores como lobos esteparios, águilas y otros cazadores de grandes presas.
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