lunes, 8 de febrero de 2021

PENAS, CARGOS Y DESCARGOS DIVINOS

 Cierto, ciertísimo es, como siempre, igual parece haber sido el juguete material, que toda razón moral, como biológica escapa a todo valor continente, secundario que no sea siempre el mismo al que siempre han pretendido acudir los filósofos tras sus artes, signos literiarios, cantos, sonidos y gestos. Locuras, decepciones, presunciones y santificaciones, igual, moral, material, biológica, espiritual, etc..., igual nos sirven, complacen o inmueven. Los valores organolépticos, lo mismo resultan tiernos, complacientes, gozosos como verdaderos, convincentes y favorables, como el disfrute del alma, las artes, el placer como el nirvana sublime. Convencido Nietzsche, -torpe, grosero, lascivo destructurador de la sublimidad divina-, es, ante mi vista, nada más que lo hmanamente peor, lo indecible, lo protervo, lo inexcusable, impresentable, pero, claro está, sin demostración quedan las pruebas de sus cargos en contra. Amo, santifico y disfruto la sublimidad de las artes divinas como máximo que justifica la razón, la materia y su biología.  Pena, sin embargo, que Dios siga jugango a las artes del derecho al exponer los cargos y descargos. 

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