viernes, 26 de febrero de 2021

NIETZSCHE NO ACERTÓ CONTRA DIOS

 Una de las complejidades filosoficas peor intrincadas desde todas las experiencias surgidas en como derrames bajo la comba filosófica del conocimiento, ha sido el extrincado de sentido de la "la moral". 

Desde esta breve semiología se extienden infinitas consideraciones cargadas de indefiniciones, inciertos, modelos sociológicos humanos, etc. Bien pudieramos afirmar que todo el sentido de las motivaciones vitales responden intrinsecamente a las razones biológicas del sentido de la "moral". 

Toda exprsón de motivación, estímulo vitual, configuración existencial, constituye un gesto de la existencia moral. Toda definición, presunción, codificación, etc., responde, intrínsecamente a la moral como sentido de realidad frente al mundo vital, por cuanto, presumir de cualquier definición objetiva no alcanza si siquiera para definir un sentido apenas teórico del concepto implícado en su realidad, ni siquiera acudiendo a los más sublimes mínimos divinológicos.

 Ni siquiera la férrea estructura intelectual de la Filosofía logra acercarse con dignidad a un bien traído pliélago del pensamiento como para hacer un conminado estandarte que alcance para calentar los aires de "la moral". 

Los deicidas olímpicos, incluido el máximo de todos los conocidos: Friederick Nietzsche, el más atrevido cazador-matador, único que hasta donde conocemos, se atrevió a intentar ese acto de lesa dicidad cosmológica, según la cortedad de mi parecer humildísimo, también fracazó en su intento. Los demás siguen deambulando como cazadores dispersos por todas las inmensidades imaginables.

 El deicidio de Nietzsche, entiendo yo mismo, como humilde  judeo-cristianizado y atontado bajo el trancaso  nietszcheniano, profano, procaz, irreverente  y, -según pienso-, históricamente pandémico, por suerte, no pudo ni podrá ser definitivo ni total, Dios no ha muerto ni será Nietzsche el cazador que le acierte a esa diana.

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