Cuando W. Heisemberg, precedido y continuado por una centena de hirvientes y encandilados cerebros medio enloquecidos por descubrir que debajo de los cálculos numéricos sobreviven y proliferan unos extraños seres divinales, capaces de dividir el universo dos sencillos campos numéricos: los racionales y los rirracionales, se escandalizaron muchísimo, las discusiones llegaron hasta provocar guerras mundiales que aun batallan sin acuerdos, respetos, armisticicios, ni convenciones lógicas, un peor, sin cnvenciones contralógicas.
Ni siquiera han logrado aceptar que exista o no exista límite parejo entre unos y otros. Fractales divinos, matéricos, antimatéricos, hoyos negros, cuánticos, anticuánticos, hoyos blancos, fracciones divinas, series infinitas, límites y hasta se habla ya de finitos infinitos.
Cierto, bien cierto, ha sido que muchos han sido los circuitos fundidos que hoy se estremecen al intentar sobrevivir a los chispazos de estos circuitos cerebrales. Cierto, ciertísimo, es que no resultan comunes esos fenomenos mentales, biológicos, distintos, que francamente, resultan privilegiados por divinales.
Estoy convencido de que bien es posible la existencia de estos fenómenos "raros", yo pienso que entender las ciencias físicas constituye un auténtico privilegio material. Entender la lógica científica, es acercarse a la materia. Acercarse a la materia es jugar a existir.
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