sábado, 13 de febrero de 2021

EL RECURSO MATERIAL, EL RECURSO MORAL Y EL RECURSO IDEAL


 LA lucha generada sobre las competiciones geopoliticas, lo mismo que los bienes morales que se originan en las necesidades humanas tales como las demandas naturales de alimentos, abrigo, salud y subsistencia general, precisan de un establecimiento consensuado relativo al equilibrio natural determinado por las necesidades lógicas, biológicas. 

Constituye una urgencia criminal, el desabastecimiento humano de los servicios lógicos capaces de elevar los niveles naturales de las demandas materiales, lógicas como elevación del hecho aspirado desde la sublime nube humana universal. La verdad natural, la verdad universal, constituye un hecho de difícil conceptualización filosófica. La verdad humana, como realidad única, existe, simplememente existe o es. 

Los hechos naturales no son capaces de resolver, en este momento del hecho humano, una respuesta incontrovertida. A penas alcanzamos a a racioalizar los mensajes hermosos del bellísimo equilibrio biológico. sublimemente poético, artístico, casi divino. Esa verdad nos constituye en entes morales, subjetivamente inmateriales, hecho realístico, visiblemente factual, cuando menos en primera instancia. 

Así se constituye la sensación material de la moralidad, ese impulso de energías capaz de modificar la apariencia material, apariencia Universal, cosmológica, sensacionalmente infinita. Noción de inmensidad, de infinitud o simplemente de divinitud. Noblemente, lo moral, lo existencialmente inconmensurable e igualmente inexistente como existente

 Entre los mejor ataviados pensadores reconocidos por sus afanes profundizadores en busca de respuesta ante las más complejas respuestas relacionadas con los orígenes de mundo, la vida, la materia, sus valores y razones, algunos tensaron tanto los cables de sus imaginaciones que terminaron optando por el simple suicidio. Otros se rindieron ante toda imposibilidad racional de hallar respuesta a esas preguntas que hoy continúan incólume, inamovibles, imperturbables. 

Comúnmente las ligerezas intelectuales se aferran con supina bondad humana a las particularidades ideológicas menos estresantes, las más gozosas. A mi, personalmente, me encanta disfrutar de esas soluciones menos mortificantes, suaves, complacientes como orgasmos ecológicos, bien ambientados. No obstante, por alguna extraña razón, también sufrimos de vez en cuando esa contricción mental propia de las infulas mentales que suelen azotar los hormonales desafíos de la competencia, las presunciones testiculares y otros pinchazos bioterrenales. 

Entre esas presunciones y pretensiones, pululan por las almas más metidas en faenas de tiempos inútiles, mal medidos como provechos entre locuras cosmológicas, los retos matemáticos y científicos en general. Siempre sin soluciones complacientes, todo queda siempre, -hasta de donde es posible imaginar desde mis entornos materiales-, en el mismo punto, sin variación posible ni imaginada, que no sean suposiciones tan vagas y fantasiosas, como si nisiquiera el pensamiento existiera. 

Hasta el dulce sabor de los valores espirituales, terminan, en el pobre Niestzsche, como en Sócrates y Epicuro, del mismo modo que en Einstein, Stephen Hawkings, el poeta Giordano Bruno, el matemático Laplace y en algunos hasta bajo los descaros hasta de pontífices filosofados como crudos ateos. 

La moral religiosa de cualquier etiología humana, puede ser considerada como historia biológica de la naturaleza material misma, sobre todo si como consta en los registros humanos cercanos, lleváramos cuenta racional de la historia biológica terrenal. El racionalismo materialista es de difícil asimilación emocional, mental, pscosocial y mucho más difícil si pretendiéramos acercarnos a los días de la imaginación de alguna certidumbre. 

Sería materialmente inimaginable, cualquier acercamiento de tiempos.Hemos de entender la espiritualidad humana como un proceso material, moral, emocional, pero definitivamente imposiblemente más material la sola imaginación generada en lo mínimamente íntimo del recurso material tan mismo como divino es, por definición ontológica, todo recurso moral, divinal, ideal, único e inmaterial. Así como Dios solo puede ser Dios, ideal, incontroversial, innatural, sin par sin inicial ni final, inexistencial.


  

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