Diseño social. Implicarse profesional, emocional e ideológicamente en el diseño social de un proyecto verazmente inteligente, deviene en concebir una serie de ideas pulidas y terminadas a pincel de artista, una concepción ingenieril de unas estructuras ideológicamente sustentadas sobre la materialidad lógica de los conceptos imaginados como generación intuitiva de la razón y los hechos razonables. Crear, originar, pensar en función de ese diseño, obliga a conducirse uno mismo sobre obligaciones emocionales casi divinas, como propia tarea de dioses.
Pensar una magna sociedad como la de un Estado Nacional, conlleva una suma de tareas, más que todo, aun, una serie inmensa de igualmente inmensas posibilidades y compromisos ideales, concernidos al alma sin cuerpo de las grandes realizaciones de la imaginación humana, de encarnadura intelectual así como de su propia encarnadura biológic-social.
Diseñar ese Estado Nacional, es, así mismo, crecerse espiritualmente como un dios, sin embargo, más allá de la verdad inconmensurable que dicha tarea material implica, no significa que su realización no sea tan terrenal como la existencia misma todos los proyectos desarrollados, -o por lo menos concebidos-, por la inteligencia humana al amparo material de la imaginación inteligente.
Un Estado Nacional, cabe en el pensamiento moral, lógico, veraz y viable de un proyecto humano, sensato, natural, capaz de hacerse a imagen y semejanzas de la decencia humana, su atributos y los deseos naturales de sentir el mundo como un patrimonio universal. Un proyeto político, social nacional, moral y hasta espiritual, es viable, concebible y factible.
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