miércoles, 11 de septiembre de 2019

COMUNISMO Y CRISTIANISMO

Reconozco que el carácter humanitario del que parten las aspiraciones sociales del Comunismo como concepto que funda sus metas en el estableciento de una moral social, o sociedad moral idealista, procura encarrilar esa divinización hacia las mismas metas humanas proyectadas por la idealización espiritual prevista por la conceptualización cristiana, excepto en la sublimización premiada prometida a los perfectos cristianos. Las entregas a las luchas por la moralización social, en ambos casos en principio, no difieren en los asuntos esenciales.

Por ello no trato de abundar en esos detalles, los que antropológicamente, se rozan y hasta confunden constantemente en los mares neuronales cuyas aguas centrales se mezclan, enturbian y descantan constantemente como mezclas tornasoladas que no logran las membranas biológicas separar con decidida precisión.

Ahora bien, si nos quedamos, como mandan nuestros medianos intereses comunes, sobre todo nuestros intereses de clases, muchas veces a mi, personalmente se me nublan los sesos al no comprender algunas actitudes de sumisión humana a las imposiciones del sadismo clasista más atropellante y burlador.

Hoy, por ejemplo, hemos leído la celebración festiva con la que el Señor Pompeo anunció que en los últimos diez días sus equipos de guerra instalados en Afganistán habían logrado eliminar por lo menos unos mil guerrilleros nativos del Talibán.

El anuncio hecho feflejaba en la imaginación de cualquier lector toda una sarta de guirnaldas, trompetas, redoblantes y bailarinas exóticas al ritmo de botellas recién descorchadas. Celebraciones que nos remiten a recordar con la obcenidad "inmaculada" con la que habrian actuado esas mismas fuerzas contra nuestros  allegados muy cercanos, aquí mismo, bajo justificaciones tan lógicas y razonables como las mismas que hoy exhiben en otras geografías.

Así mismo, por ejemplo, me ocurre cuando escucho, por ejemplo a Julio Martinez Pozo, Daniel García Archibald y mis amigos Manuel Núñez y Juan Freddy Armando,  maldiciendose a ellos mismos (o por lo menos a sus respectivos ascendientes inmediatos), por la llegada de la migración africana a esta isla (espero en Dios no alcanzar motivos para citar ningún bateyero barahonero de mencionada y señalada fisonomía emparentada con mis ascendientes).

Es, sentimentalmente, frustratorio, escuchar sus voces denigrantes y autolapidatorias. Me queda la impresión de que parece inevitable que donde se desarrollan y cultivan sentimientos de sadismo humano, al lado de la cerca, han de crecer los cultivos del masoquismo como Yan y Yin, inseparables.Todos dan la impresión de que sus aspiraciones idealizadas culminan en alcanzar el status de colonizadores y cazadores de cimarrones.

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